Por Melissa Estrada, Licenciada en Psicología con 14 años de experiencia en el área organizacional y educativa
¿En alguna ocasión han conocido a una persona que no logran comprender, una persona que no logra llevarse bien con nadie o con la mayoría de las personas? Ahora, imaginen que esa persona lidera una empresa o un equipo de trabajo.
Al respecto, tal vez se pregunten ¿por qué reacciona de esa manera?, ¿por qué no puede entender qué le sucede a su equipo? ¿por qué no es capaz de comprender que el equipo piensa distinto?
Muchas veces, en el mundo empresarial, pensamos que el coeficiente intelectual lo es todo y olvidamos que vivimos rodeados de personas con las que tenemos que interactuar todos los días. Por este motivo, el valor de la inteligencia emocional es tan importante.
Las referencias a la “inteligencia emocional” iniciaron con Charles Darwin, quien indicó en sus trabajos la importancia de la “expresión emocional” para la supervivencia y la adaptación. Thorndike, en 1920, utilizó el término “inteligencia social” para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas. En 1983, Howard Gardner, en su teoría de las inteligencias múltiples hizo referencia a la “inteligencia interpersonal” y a la “inteligencia intrapersonal”.
En 1995, David Goleman escribió el libro “Inteligencia Emocional” y la describió como “la disposición que nos permite tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes y manejar amablemente nuestras relaciones”. Al leer esta definición, comprendemos con facilidad el valor de esta teoría, pues vivimos rodeados de personas, por lo que es importante mantener relaciones saludables y armoniosas con quienes convivimos todos los días.
El concepto de “inteligencia emocional” enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se enfrenta a momentos difíciles y tareas importantes, tales como, pérdidas dolorosas, peligros y riesgos, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones hay un involucramiento emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición a una acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá, decisivamente, en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
«(…) Ser una persona con inteligencia emocional significa tener la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, perseverar en nuestros objetivos a pesar de las posibles frustraciones, controlar los impulsos, regular nuestro propio estado de ánimo, evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás (…).»
La inteligencia emocional puede dividirse en dos (2) áreas: Inteligencia intra-personal: entendida como la capacidad de formar un modelo realista de uno mismo, teniendo acceso a los propios sentimientos, y a usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia inter-personal entendida como la capacidad de comprender a los demás, esto es, qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros.
La importancia de estas dos (2) áreas se centra en que, una vez que uno logra aprender a entenderse a uno mismo, puede comenzar a entender a otros.
Ser una persona con “inteligencia emocional” significa tener la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, perseverar en nuestros objetivos a pesar de las posibles frustraciones, controlar los impulsos, regular nuestro propio estado de ánimo, evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.
Para tener un buen líder es importante que tenga autocontrol, y pueda reconocer las emociones de los demás para manejarlas de manera apropiada, con empatía y objetividad.
De este modo, un buen líder podrá leer el entorno e influir en él con su actitud, mantener la motivación de su equipo, y reconocer el talento y la individualidad.
Asimismo, al tener “inteligencia emocional”, un buen líder sabrá lidiar con situaciones de alto estrés y tendrá mayor tolerancia a la frustración cuando la situación parezca adversa.
¿Sigues pensando que el coeficiente intelectual es lo más importante?
Sobre la autora:
Melissa Estrada Periano
Licenciada en Psicóloga por la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (UNIFE) con 14 años de experiencia en el área organizacional y educativa. Es facilitadora certificada en disciplina positiva. Ha trabajado como terapeuta, así como en el sector privado. Con amplia experiencia en capacitación y manejo de grupos.
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