Una compañía capaz de detectar el potencial, de cuidarlo y de potenciarlo es un buen sitio para trabajar.
La gestión de la felicidad y del bienestar en una organización es el conjunto de iniciativas cuyo propósito es generar un ambiente de optimismo y colaboración entre los colaboradores. No es ningún secreto que cuando más contentos y satisfechos estamos, más y mejor trabajamos.
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Para Giancarlo Ameghino, Gerente de Gestión y Desarrollo Humano la cultura de la felicidad en Crosland no es una moda, es un cambio de escenario demandado por los trabajadores. “Hoy en día los empleados, en especial los más jóvenes, tienen prioridades laborales muy distintas a las de las anteriores generaciones. Es por ello que implementar iniciativas alineadas con la cultura de la felicidad puede ser una muy buena estrategia para atraer y retener el talento”.
Entre las principales iniciativas para incrementar una cultura de felicidad están las siguientes:
Flexibilidad y mayor libertad
Incluir horarios más flexibles para el personal de tipo administrativo que trabaja de manera presencial, y ahora en el contexto de la pandemia se instauró el trabajo remoto que quedará hacia delante de forma parcial o semi presencial. Con este tipo de iniciativa recordamos a nuestros trabajadores que también los vemos como personas, que sabemos que tienen vida después del trabajo y que entendemos que deben atenderla.
Formación y desarrollo del potencial
Una compañía capaz de detectar el potencial, de cuidarlo y de potenciarlo es un buen sitio para trabajar. Nuestra cultura de la felicidad habla de incentivar la realización profesional de los equipos, ya sea colaborando económicamente con quienes estudien, siendo flexible con sus horarios o bien organizando jornadas de formación inhouse desde la propia empresa, tanto con expertos externos como lideradas por nuestra propia plana gerencial o algún colaborador ducho en determinada materia.
Reconocimiento del trabajo
Cómo nuestros líderes hablan a sus equipos es tan importante como la manera en que hablamos al cliente final. Es por eso que en nuestra cultura de la felicidad buscamos fomentar un tono adecuado, respetuoso, y que haga sentir valiosos a los empleados. Además, va apoyado por acciones o recompensas concretas que reconocen el buen trabajo: emails después de una entrevista, feedbacks positivos de los proyectos, llamadas de motivación, etc.
Ocio y diversión… ¡también en el trabajo!
Ya no nos sorprendemos de encontrar salas de diversión con futbolines, mesas de ping pong, o canastas para jugar baloncesto, sobre todo en nuestros locales de operaciones. Los más afortunados hasta tienen zonas de siesta o descanso. Estos espacios de ocio, perfectos para desconectar entre proyecto y proyecto, o para después del almuerzo/refrigerio o para celebraciones, amenizan la jornada laboral y fomentan los vínculos de amistad entre los equipos. Además, indudablemente, proyectan una imagen más atractiva de la empresa ante futuros fichajes.
Crear tradiciones propias
Cada empresa es un mundo, y una buena manera de recordar a nuestro equipo que trabajan en un lugar único es crear tradiciones propias: jornadas internas de innovación, hacer un team building al inicio del año fiscal, olimpiadas presenciales o virtuales, celebraciones para reconocer al personal, almuerzos o desayunos con la plana gerencial o una fiesta de navidad especial son sólo algunos ejemplos de este tipo de tradiciones. ¡Y no olvides pedir feedback! La mejor manera de aprender y mejorar es escuchar la opinión de los participantes.
Designar áreas o responsables de felicidad
La felicidad hay que tomársela en serio, y tanto la gerencia de gestión humana como el de marketing pueden ser los responsables de monitorear las iniciativas. Puede nombrarse a una persona o, idealmente, a un departamento para que abrace esta filosofía y supervise su aplicación, teniendo como embajadores de la felicidad y brazos ejecutores a los representantes de cada una de las otras gerencias. Ellos, a partir de un análisis de la empresa y de sus valores, podrán idear un plan de acciones a medida y hacer un seguimiento de las acciones.
Motivación y Productividad
Las personas son el motor de una empresa, y la productividad está estrechamente relacionada con la motivación. Así pues, apostando por iniciativas que mimen al trabajador y poniendo en valor sus logros y virtudes profesionales, le haremos sentir positivamente implicado con el proyecto. Si conseguimos que le guste el trabajo que realiza, que se sienta orgulloso, nunca más sentirá que “va a trabajar”. Sentirá que levanta un proyecto común.
Ambiente y Ausentismo
Mejorando el ambiente conseguimos que se trabaje más a gusto y que se reduzca drásticamente el ausentismo laboral. ¡Incluso podemos mejorar la salud de nuestro equipo! Un trabajador feliz es capaz de gestionar mejor sus emociones, las relaciones con sus compañeros o personas a su cargo, y dominar la frustración que surge durante algunos proyectos. En otras palabras, la cultura de la felicidad reduce los conflictos.
Trabajadores e Imagen de marca
Otro gran beneficio de apostar por la felicidad es mejorar la imagen y reputación de nuestra empresa gracias al mayor prescriptor que existe: el propio trabajador. Un trabajador contento, que hable bien de la organización y comparta nuestros valores con su entorno, difunde mensajes creíbles y positivos, que a la vez atraen talento a nuestra casa.
Felicidad y Talento
Que una empresa sea o no atractiva para futuros candidatos depende de muchos factores, cierto; pero como decíamos al inicio de este artículo, cada vez son más los que se decantan por la calidad de vida en vez de por el sueldo o salario. Lo que ahora se denomina el salario emocional. Sin olvidar que el talento puede elegir dónde trabajar, y que por lo tanto hay que atraerlo con mejores condiciones.
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