Cómo la competición deportiva nos convierte en mejores profesionales

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El mundo del deporte está lleno de frases que aplican a cualquier ámbito de la vida como: «No es ganar, es el hecho de competir lo realmente educativo». Mas allá del resultado la competición es una escuela fabulosa para descubrirnos a nosotros mismos y para probar nuestras capacidades.

Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de INFOVA, la competición siempre educa el carácter, nos enseña a ganar y a perder. Aprendemos a disfrutar la victoria y a manejar la frustración de la derrota, a trabajar en equipo, a respetar las reglas, al precio de hacer trampas, a sumar esfuerzos, a diseñar estrategias, el valor del entrenamiento y la planificación… La competición es como la vida en reducido.

“En INFOVA nos gusta que los miembros de nuestro equipo practiquen algún deporte, pero además que intenten participar en alguna competición”, indica el experto. Además, comenta que: “el mejor ejemplo que tenemos en este aspecto es nuestro compañero Oscar Fuertes, director de Infova Automoción, del que nos sentimos profundamente orgullosos y que este año ha compeltado con mucho éxito su tercer Dakar. Gracias a su experiencia, todos hemos podido darnos cuenta de que hay lecciones que solo pueden aprenderse cuando persigues un objetivo y lo haces mientras compites con otros, que lo buscan a la vez. Lecciones que son muy válidas para la vida laboral, pero también para la vida en general”.

Así, Gonzalo Martínez de Miguel, entre otras muchas, destaca las siguientes:

  • El equipo es fundamental. En el deporte y en la vida, es muy difícil que uno alcance solo sus metas, sin la ayuda de nadie. Trabajar en equipo supone desarrollar capacidades como el respeto, compartir responsabilidad o plantear decisiones. Cuando, además, se tiene la suerte de rodearte de buenos jugadores la consecuencia es que el grupo tira de ti para arriba.
  • Respeto por la competencia. Sin rivales no hay competición. El problema es cuando en ellos solo se ve al enemigo, olvidando que de los rivales también se aprenden muchas cosas. Son una fuente de conocimiento cuando los observamos desde el respeto. Es maravillosa la costumbre en el rugby de celebrar los dos equipos el final del partido compartiendo una cerveza.
  • Necesidad por emprender. Sin nuevos retos, sin nuevos proyectos es muy difícil conservar la ilusión. Es algo necesario para cualquier deportista, pero también para cualquier profesional independientemente de su empleo. Se trata de poner en marcha sueños y marcarse objetivos que te permitan seguir aprendiendo.
  • Aprovechar al máximo los recursos. Tanto en el trabajo como en el deporte, tenemos que jugar con las cartas que nos han tocado. Para obtener un buen resultado son fundamentales las herramientas que utilizamos, y estas pueden ser desde un coche, una raqueta, hasta un ordenador o un programa informático. Puede que no tengamos las mejores, que haya otras superiores en el mercado, pero son las que tenemos en ese momento. Lo que si es importante es ser lo suficientemente ingeniosos para sacarles todo el provecho, conocerlas para extraer todo su rendimiento.
  • Tomar continuamente decisiones. La vida se basa en tomar decisiones con la información disponible, aceptando que puedes aceptar y que te puedes equivocar. Es importante entender que solo quien asume la responsabilidad de decidir se puede equivocar y que no tomar una decisión es una decisión en sí mismo.
  • Confianza. En ti mismo y en tus posibilidades.  La competición y el juego te animan a tener un pensamiento positivo sobre tus opciones. A disfrutar el esfuerzo sabiendo que quizás no alcances tu meta, pero en la convicción de que confiar en las opciones del equipo es esencial para que el éxito se consiga. 
  • Saber perder. Los buenos competidores tienen una buena relación con la victoria y también con la derrota. Les duele cuando pierden, pero es una realidad a la que también hay que acostumbrarse. Hay un gran aprendizaje en la derrota y en los errores que se cometen, no hay que olvidar que estos son parte del camino. Competir te enseña a convivir con la idea de que los proyectos que empiezas pueden no funcionar como tu esperabas. Los buenos jugadores suelen tener en muy buena estima a sus oponentes.
  • Celebrar.  Pararse, recoger y disfrutar de los avances y de los éxitos.  Esto es algo muy común en el deporte, pero poco en las empresas. Cuando se acaba un año con éxito, se termina un proyecto y las cosas han marchado bien, es poco frecuente que las empresas lo celebren. La celebración nos da sentido a nuestro esfuerzo y supone un empujón a seguir soñando con los siguientes retos.

Por último, el director de INFOVA comenta, “obviamente, el deporte, la competición y el juego puede sacar también a relucir lo peor de nosotros. Cada fin de semana vemos a jugadores que intentan hacer trampas, engañar al árbitro, vemos padres que pierden las formas en los partidos de sus hijos, aficionados que se transforman en personas odiosas y violentas cuando entran en un estadio. pero no es el deporte lo que genera esos comportamientos, es la falta de madurez, de educación y de autocontrol”.

 


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