Por Enrique Rispa Ramírez (Perú) – Gerente General en Proyectos Lead y Presidente de Asociación Juvenil Generando Sonrisas
¿Recuerdan hace unos 10 años cuando nos obligaron a usar cinturón de seguridad en los automóviles? Si bien su razón de ser es salvar vidas, muchas personas no lo usaban. La policía de tránsito tuvo que iniciar una campaña intensiva de MULTAS para los que no cumplieran la ley y así, la mayoría a regañadientes, empezó a utilizarlo.
A nadie le gusta que lo obliguen a hacer cosas por más que sea “por nuestro bien”, como cuando los padres nos obligan a tomar la sopa, ¿cierto? Esto también se aprecia con la aplicación de la Ley 29973 que “obliga” a las organizaciones a contratar un 3% de personas con discapacidad (PCD) en su planilla (Para el sector privado, para el público es 5%) o de lo contrario se aplicarán las multas respectivas a cargo de SUNAFIL desde este mes.
Para muchos esta cuota es injusta aduciendo que atenta contra las operaciones de la organización y la rentabilidad. Si lo hacen por obligación lógicamente será así. Lo que hay detrás es el rechazo a un tema desconocido que genera TEMOR al ser históricamente vinculado con incapacidad, minusvalía y discriminación; por lo cual ha sido excluido del sistema social a todo nivel. En el año la tecnología facilita las actividades cotidianas (como prótesis para caminar) y las laborales (como software especializado para personas invidentes), ¿y aún persiste el MIEDO a la discapacidad?
Lo real es que se está desaprovechando capital humano valioso (Por el alto nivel de compromiso y creatividad inherente a las PCD) que asciende a un 10% de la población (Promedio entre la información del INEI, CEPAL y OMS). Además, que la ley indica que se deben contratar personas IDONEAS para el puesto de trabajo, por tanto, no es un favor para las PCD ni una pérdida de productividad para la organización.
Entonces, ¿cómo hacer exitoso este proceso? Lo fundamental es dejar de verlo como una obligación y tomarlo como una OPORTUNIDAD en la cual todas las partes se verán beneficiadas. Las organizaciones, como parte viva y activa de la sociedad, deben implementarlo como un proyecto interno valioso, con nombre propio, objetivo, equipo y líder; como cuando se lanza un nuevo producto o servicio. Además, debe haber COMPROMISO desde la gerencia y asumirse como un cambio CULTURAL pues hay que comprender, identificarse y vivir la INCLUSIÓN.
Sólo después de esto se pueden planificar los ajustes razonables como adecuaciones físicas, adaptaciones en los procesos de gestión humana y seguridad ocupacional, charlas de sensibilización, identificación de trabajadores con discapacidad, software, entro otros. De lo contrario, lo único que conseguirán será incrementar sus índices de rotación y disminución de los de clima laboral, pues ni los actuales trabajadores ni las PCD contratadas se sentirán felices trabajando en una organización que les pone la etiqueta de “no te quiero aquí pero me obligaron a contratarte”.