- La relación con sus jefes o con los gestores está dañada sin remedio. A pesar de sus esfuerzos, es irrecuperable.
- Su compañía va a la quiebra, pierde clientes y dinero o circulan imparables los rumores sobre un cierre inminente.
- Siente que ya no hay retos o busca oportunidades que su organización no puede brindarle.
- Su situación personal ha cambiado y necesita moverse para encontrar mejores oportunidades que le permitan sostener a su familia.
- Sus valores son cada vez menos afines a la cultura corporativa de la empresa en la que trabaja, y las incongruencias que advierte en su compañía están destruyendo su actitud en el trabajo.
- Lo que hace ha dejado de satisfacerle y divertirle. No importan los cambios y novedades.
- Mantiene sospechas sobre la ética de su compañía. Los directivos mienten a los clientes sobre la calidad de los productos; está usted preocupado ante el hecho de que la empresa se haya embarcado en prácticas de competencia desleal…
- Empieza a tener un comportamiento que se considera impropio de cualquier trabajo. Pierde el tiempo continuamente, se ausenta sin justificación o se reduce evidentemente su efectividad. Su reputación
profesional está en entredicho.
- Ha roto todo tipo de relación con sus compañeros de trabajo y esta situación no se puede solucionar. El grupo en el que trabaja no mantiene mínimamente un ambiente laboral que permita cumplir con las funciones encomendadas.
- Sus niveles de estrés son tan altos que afectan a su salud física y mental, a la relación con su familia y amigos.
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