Cómo saber si necesitas cambiar de trabajo

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Por Arturo Luna (México) – Director en el área de Retiro de Mercer en la Ciudad de México 

Quizá seas de esas personas que dicen “ya estoy harto” de mi trabajo y sientas tanto fastidio, que tal vez estés pensando en buscar en otra empresa o negocio. Si es así, no estás solo; hay muchísimas más que están en esa situación ahora mismo y de hecho, muchos de ellos terminan haciéndolo: se cambian con la esperanza de encontrar un mejor ambiente, un mejor jefe, un mejor sueldo, una mejor compañía, más crecimiento, más reconocimiento, más prestaciones o mayor estabilidad.

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Obviamente, algunas tienen éxito y encuentran exactamente lo que estaban buscando al hacerlo o incluso algo mejor, pero otras terminan arrepintiéndose de haberlo hecho y anhelan regresar a su empleo anterior y, de hecho, algunas lo consiguen: no es raro ver en una firma a alguien que ya se había ido.

¿Por qué muchas personas no siempre encuentran lo que buscan? ¿Hay forma de evaluar o analizar anticipadamente para asegurar que tomarás “la decisión correcta”? Si estás en esa indecisión, te interesa lo que sigue.

En general hay dos formas de salir de un trabajo: cuando sales huyendo o cuando “ya te quedó chico” el puesto.

Son dos cosas muy distintas. La primera tiene que ver con lo harto que estás, con el fastidio que sientes, con lo mucho que te pesa ir a trabajar cada día, con lo mal que te sientes de que no te reconozcan, de que no ganes lo que crees que mereces por la labor que haces. Estás mal y de malas, cuestionas las decisiones que toma tu compañía, crees que están cometiendo demasiados errores, criticas mucho a los demás y definitivamente ya no estás contento y no ves futuro. Entonces decides buscar otro empleo en una nueva empresa y piensas que esa es la mejor solución: te repites constantemente que “las cosas aquí no me gustan y nunca van a cambiar”, y decides tomar otro rumbo. A eso podemos llamarle: “salir huyendo”.

Lo malo de “salir huyendo”, es que muy probablemente terminarás encontrando lo mismo: aquello de lo que estabas huyendo. Quizá hasta puedas pensar que esas cosas “te persiguen”. La realidad es que cuando sales huyendo, no estás dejando atrás las cosas que no te gustan, te las llevarás puestas y se te volverán a presentar a donde quiera que vayas, más tarde o más temprano ¿Por qué? Porque en realidad esas cosas tienen que ver contigo, es un reto que tienes que superar. La vida no te permitirá que salgas corriendo, las tendrás que enfrentar hasta que las superes, ya sea en tu trabajo actual o en el nuevo.

Un ejemplo práctico: Una chica salió huyendo porque sentía que no había crecimiento para ella en su empleo actual. Un par de años después de haber ingresado a una nueva organización, sintió otra vez que no había crecimiento. Sin embargo, en palabras de sus jefes: esta situación tenía más que ver con algunas competencias que ella tenía que desarrollar, algunas actitudes que debía mejorar y la seguridad que proyectaba.

Ella pensaba que el problema era que no había crecimiento y salía huyendo en su búsqueda. La realidad era que tenía algunas aptitudes y habilidades que desarrollar y mientras no lo haga, seguirá huyendo eternamente y muy probablemente terminará resentida o resignada.

Cosa diferente es cuando alguien se va de un trabajo porque “ya le quedó chico el puesto”. Esto significa que sus competencias, habilidades, conocimientos, etc. requieren nuevos retos, nuevas ambiciones, nuevos horizontes y en la firma actual no te pueden ofrecer nada de eso. Esto es muy diferente porque la vida te pondrá enfrente justo aquello que estás buscando: algo mejor.

La buena noticia es que si hoy mismo estás a punto de salir huyendo, puedes replantear la situación: ¿Qué necesito aprender? ¿Qué debería desarrollar? ¡Da por hecho que existe algo! ¿Cómo puedo aceptar la realidad mientras trato de cambiarme y cambiar la forma en que veo las cosas para lograr que cambien?

Así que si tú estás pensando en tener otra ocupación, pregúntate: “¿Quiero salir huyendo de esto que me hace sentir tan mal o es más bien que ya me quedó chico el puesto?” Una forma de encontrar la respuesta es plantear la interrogante de forma diferente: “¿Qué tanto poder siento que tengo para cambiar mi situación (no modificar a la empresa o a las personas, sino mi situación)? ¿Siento que no tengo poder ante todo lo que sucede aquí, que nada puedo transformar y mejor me voy? ¿O más bien siento que puedo hacer y lograr algo más grande?” Sólo tú sabes la respuesta sincera… y puede ser la más importante de tu vida profesional.

Fuente: Forbes México

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