La continua hiper-exposición a la que nos somete el nuevo paradigma de la comunicación social, ha generado una especie de fobia al fracaso. Existe un profundo miedo al desacierto, que inhibe tanto a personas como empresas de proponer ideas, embarcarse en nuevos proyectos, explorar terrenos o mercados desconocidos y perseguir metas ambiciosas.
The Success-Failure Project dirigido por la Universidad de Harvard, ha desarrollado un espacio para el análisis del éxito y el fracaso. Allí, la profesora de negocios Abigail Lipson alerta que el fracaso tiene la capacidad de capturar por completo la atención (propia y de otros), sin permitirnos enfocarla en nada más, menos aún en el aprendizaje producto del mismo.
Henry Ford describía el fracaso como la oportunidad de comenzar de nuevo, pero con mayor inteligencia y preparación. Detrás de esta afirmación se esconde una valiosa fortaleza de carácter llamada resiliencia, que hoy también se conoce como falling-up o la capacidad de crecer al caer.
Alcanzar la resiliencia es posible, tanto para las personas como para las empresas, siempre y cuando seamos capaces de:
- Asumir que la vía al éxito no es única, directa ni inmediata. El camino tiene paradas, ofrece rutas alternas y un posee un ritmo orgánico propio.
- Capitalizar el aprendizaje producto de cada fracaso, en beneficio propio, de otros y de la organización como un todo.
- Mantener presente que el costo del miedo a fracasar es la paralización, lo que irónicamente conduce, tarde o temprano, al fracaso. El riesgo es el primer paso al éxito.