Por Enrique Rispa Ramírez (Perú) – Presidente de la Asociación Juvenil Generando Sonrisas y Gerente General de Proyectos Lead. Contacto: erispa@ajgenerandosonrisas.org
Uno de los puntos de mayor resistencia de parte de las empresas sobre la aplicación de la Ley 29973 fue el de las adecuaciones físicas de sus instalaciones para hacerlas accesibles a personas con discapacidad. El argumento fue (y aún es) que deben invertir elevadas sumas de dinero para modificar sus instalaciones y que puedan incorporarse personas en sillas de ruedas, personas ciegas y/o personas sordas.
Lo que no son capaces de admitir es que esos edificios el día de hoy no son accesibles porque se ha hecho caso omiso al diseño universal de accesibilidad que es de conocimiento de todos los arquitectos del país pues es parte de su formación universitaria y de su vida profesional. Sin embargo, por ahorrar espacio y dinero, pasan por alto muchas de estas recomendaciones y reducen los espacios de tránsito, de puertas, elevadores, entre otros.
Adicional a esto, desde el 2009 existe la Norma A120 de accesibilidad para personas con discapacidad y de las personas adultas mayores, publicado por la Dirección Nacional de Urbanismo, del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (D.S N° 010-2009-VIVIENDA de fecha 09 de Mayo del 2009); la cual también está siendo omitida en las nuevas construcciones. Lo peor del caso es que las municipalidades, INDECI, Defensa Civil y todos los involucrados de autorizar el funcionamiento de un establecimiento, dan su visto bueno a pesar de no cumplir con estos requerimientos de accesibilidad.
En esta norma, por ejemplo, se mencionan las características que debe tener una rampa (artículo 9), indicando su ancho libre mínimo en 90cm y las diferencias de pendiente máximas de acuerdo a las diferencias de nivel.
También menciona las dimensiones para los ascensores (artículo 11), estacionamientos para autos (artículo 16), entre otros. Complementario a esta información, el CONADIS ha publicado la guía gráfica de la Norma A120 (https://goo.gl/DbBP8k), para que sea más práctica su comprensión y aplicación. Además incluye una serie de recomendaciones sobre las características antropométricas de diversas personas con discapacidad, entre ellas las que usan silla de ruedas, andador, muletas y bastones; lo cual es una información importante tanto por el tema de espacios del mobiliario y de la infraestructura, como para el trato de las demás personas hacia las que usan este tipo de ayudas biomecánicas.
Otra fuente importante de información sobre el diseño universal se encuentra en el texto elaborado por el Arquitecto Jaime Huerta Peralta, titulado “DISCAPACIDAD Y DISEÑO ACCESIBLE, Diseño urbano y arquitectónico para personas con discapacidad”, publicado en el 2007. Este documento es aún más completo pues tiene gráficas muy claras sobre diseño urbanístico y de edificaciones; incluyendo consideraciones específicas para personas invidentes y también sobre área de trabajo, ideal para la implementación de ajustes razonables en la oficina.
Muchas instituciones deben empezar haciendo un mea culpa por pasar por alta la aplicación del diseño universal y de la Norma A120 y poco a poco ir implementando las adecuaciones físicas necesarias para subsanar esas deficiencias. No necesariamente se tiene que invertir mucho dinero, en muchos casos basta un poco de creatividad, pero sobre todo la intención de generar un cambio y empezar a vivir de manera inclusiva, dentro y fuera de la oficina.