Cerca de dos tercios de los trabajadores, con oficios o profesiones en todo el espectro, desde obreros hasta médicos o pilotos, ha sufrido alguna vez falta de compromiso y un alto nivel de insatisfacción con su labor.
¿La razón principal? Muchos sentimos que somos infravalorados, que perdemos tiempo en proyectos sin sentido en los que rara vez podemos disfrutar de lo que hacemos.
Pero hay buenas noticias: puedes darle una vuelta al problema y revertir los sentimientos de desencanto y desilusión.
Aquí tienes algunas claves para lograrlo:
- Acepta tu realidad. Si ya estás en el punto que odias tu trabajo, lo primero que debe saber es que no es tu culpa. Parte del problema está en que la sociedad ha construido una especie de ideal sobre lo que el trabajo debe ser, explica el doctor Paul White, un psicólogo y coach estadounidense. Y claro, de ahí vienen después los desencantos. «La gente comienza a trabajar y cree que de una vez puede salvar al mundo o usar todos sus talentos creativos para resolver problemas», asegura White.
Por eso, el primer paso para cambiar las cosas, dice White, es la aceptación. Considera si tus expectativas son demasiado altas, al menos para la posición que ahora ocupas, y trata de adecuarlas entonces a las funciones concretas de tu trabajo. Si algunas áreas de tu trabajo se han vuelto corrientes y automáticas, concéntrate en lo que puedes controlar.
- Piensa por qué estás ahí. Una segunda clave es pensar las cosas con cabeza fría. Pregúntate: ¿por qué te ha dejado de gustar tu trabajo? O ve más al fondo del problema, a sus orígenes.
Según Scott Eblin, coach y autor de Overworked and Overwhelmed: The Mindfulness Alternative («Abrumado y con exceso de trabajo: la alternativa de la plena conciencia») una buena reflexión en estos casos es pensar por qué aceptaste ese trabajo y las cosas que te gustaban cuando empezaste ahí.
Eso te ayudará a darte cuenta de las áreas que te motivaban y, a partir de ahí, podrás tener la medida de lo que necesitas para cambiar tu trabajo o para encontrarle un sentido a quedarte allí. - Atrévete. ¡Acepta los riesgos!. Es cierto: arriesgarte, cuando se trata de un trabajo, puede dar vértigo. Pero no se trata de que te lances de un puente o de un rascacielos. George Elfond, director ejecutivo de Rallyware, una compañía de software con sede en San Francisco, asegura que a veces para arriesgarte basta con permitirte pequeñas cosas.
«Puede haber pequeños detalles que hagan una gran diferencia para tu felicidad en tu centro de trabajo», asegura. Una vez que te permitas cosas pequeñas, podrás abordar riesgos mayores. En definitiva, ya has aprendido a no valorar tanto tu trabajo, así que podrás asumir riesgos mayores para tratar de resolver el problema.
- Habla con tu jefe. Sé proactivo y no te quedes callado. Thomas Calvard, profesor de recursos humanos de la Universidad de Edimburgo, asegura que en la mayoría de los casos, el jefe no está al tanto del descontento o la insatisfacción de sus empleados.A veces una conversación con tu superior puede ser la solución. Sé sincero. Di lo que sientes y trata de, entre los dos, encontrar una forma de solucionarlo.
- Piensa que el mejor día en tu trabajo puede ser todos los días. Anita Bowness, jefa de una consultoría de negocios para la empresa Saba Software en Canadá, propone una sencilla receta que, asegura, te ayudará a volver a amar tu rutina y tu profesión. «Piensa en tu mejor día en el trabajo, la vez que has sido más feliz allí. Entonces, plantéate cómo puedes hacer que eso vuelva a ocurrir todos los días«, propone.