El mundo actual exige a los ejecutivos ser más competitivos. Por ello, proyectar una imagen de credibilidad y seguridad, se ha convertido en una herramienta fundamental a la hora de promover la confianza y generar autoridad, liderazgo y poder.
Aquí tienes tres aspectos básicos que te pueden servir para mejorar tu imagen profesional:
- Imagen física: la forma de vestir es un factor clave. Es decir, se debe ser coherente y no únicamente de vestir ternos siempre; un ejecutivo debe saber vestirse adecuadamente para cada ocasión, tanto para una cena de gala como para asistir a las olimpiadas internas de la organización. Pero algo que debe tomar en cuenta es que incluso el vestuario más exclusivo carece de sentido si la actitud de quien lo viste no proyecta liderazgo y personalidad.
- Imagen no verbal: Los gestos, los ademanes y las expresiones corporales también comunican. Un cuerpo encorvado, con los hombros apretados y el rostro mirando hacia abajo transmite derrota, depresión. En cambio, un cuerpo erguido, con hombros sueltos, una mirada firme y dirigiéndose a los ojos del interlocutor, transmiten liderazgo, convicción, autoridad y confianza. El ejecutivo exitoso debe mantener coherencia entre lo que es y lo que exterioriza verbal y corporalmente.
- Imagen verbal: Del mismo modo, el ejecutivo líder debe mantener la coherencia entre la imagen que proyecta físicamente y la forma de expresarse verbalmente. Debe ser un buen comunicador. La buena imagen proyectada debe ser complementada con una demostración de que tiene los conocimientos técnicos y la experiencia que se requiere para su puesto. Y esto solo se demuestra cuando interviene oralmente y cuando presenta sus informes. Tanto el alto ejecutivo que se dirige a los accionistas de la compañía para exponer los logros de la organización como los gerentes en los comités de gerencia o el funcionario en una reunión de trabajo deben saber manejar adecuadamente este aspecto de su imagen.
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