Del relato a la acción: El desempeño colectivo como cimiento de la cultura organizacional

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Por Javier Hermosilla – Director de Cegos para Latinoamérica

Recientemente tuve la oportunidad de acompañar a los equipos directivos de una empresa japonesa con presencia en varios países de América Latina. A pesar de tener operaciones en distintas partes del mundo, un sello de su legado e historia marcan su cultura fuertemente.

Hemos estado trabajando distintas metodologías para mejorar la gestión del desempeño. Percibimos que no es evidente que la difusión de prácticas ya comunes para muchas organizaciones nos conduzca hacia el propósito que buscamos. Tampoco la utilización de una herramienta que facilita centralmente la gestión a nivel global. Nos dio tiempo entonces para reflexionar acerca del sentido y propósito más elemental de esto que en muchas organizaciones hacemos ya casi automáticamente y que, especialmente en esta organización, es necesario…

Lo primero que advertimos con muchas de las preguntas que escuchamos, es que debemos definir muy claramente lo que pretendemos con la instalación de este sistema de trabajo. Después de balbucear los efectos directos sobre cada trabajador, equipo de trabajo y jefaturas, me impresionó que con cierta facilidad convenimos que lo que realmente buscábamos era aportar a la eficiencia organizacional a partir del esfuerzo que cada uno haga para alcanzar mejores resultados. Partir del aporte de cada uno, por simple que sea, al resultado que día tras día la organización logra de cara a sus clientes y accionistas. Definido el propósito entonces, nos abocamos a dilucidar qué es esto del desempeño.

Es interesante escuchar opiniones de profesionales de distintas disciplinas en torno al desempeño. Cada uno releva uno de los elementos que le resulta más familiar de acuerdo a su enfoque o especialidad. El ejercicio se vuelve más interesante aun cuando reconoces distintas culturas, idiomas, formas de referirnos al fenómeno.

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No es simple, en el rol que jugamos como consultores, recurrir a los textos y sajar definiciones desde la teoría. Investido con el rol de facilitar en este proceso, dejé de lado mis textos y me puse a escuchar 15, 20 y hasta 30 años de trabajo continuo de algunos de los miembros de nuestro equipo que hacían que su opinión tuviera peso, historia, bases por las cuales ser incorporados en esta suerte de definición colectiva.

Una tradición oriental tan marcada en la filosofía del trabajo de esta organización nos obliga a modificar nuestro enfoque, nuestra propia forma de mirar las cosas. Surge, en cada argumento relatado, experiencias del fundador, de los primeros problemas que enfrentó la compañía, de la forma en que los resolvieron, de cómo esos aciertos se transforman primero en experiencia, luego en historia y más tarde en filosofía, en “la forma en que aquí hacemos las cosas”.

Revisamos algunos textos corporativos y advertimos que hasta los procesos están definidos, justificados y relatados de acuerdo a cómo, en algún momento de la historia, el fundador y sus colaboradores cercanos, abordaron y resolvieron con éxito sus primeros desafíos.

Conforman una suerte de bases teóricas de “cómo somos y de cómo nos han salido bien las cosas”. Es un compendio de buenas prácticas que garantizan el éxito. “Nuestro éxito”. “Es nuestra filosofía, nuestra forma de mirar lo que hacemos, nuestra manera de explicar e inspirar. Nuestra manera de ser lo que somos”.

Apasionante. En ocasiones me recordaba el relato del evangelio, explicado en primera persona, en la voz del fundador, en base a la forma en cómo resolvió tal o cual situación. Queda como una marca de fuego. Y permite, de acuerdo a cómo te aproximes al texto, más de una interpretación. No te entrega el tema resuelto. Te desafía. Te invita a entender y luego a actuar, con libertad y responsabilidad.

Aunque ya han pasado 80 años de su fundación y a miles de kilómetros de distancia de Japón, el espíritu y entrega con que este hombre desarrolló esta organización los acompaña hasta hoy, con desafíos muy distintos en el mercado actual, por supuesto, pero con la misma visión y compromiso que en muchos de los que hoy me acompañan se transforma en verdadera pasión. Armamos entonces una definición con su lenguaje, con sus personajes, con su enfoque. Me preocupé de respetar ciertas formas y la coherencia técnica, pero el relato es lo que a ellos les hace verdadero sentido.

Les invito a que, cada vez que debamos hacernos de definiciones o aproximaciones conceptuales, recurramos a nuestra historia, a nuestras experiencias como organización, a las prácticas que nos han traído donde estamos. No importa si son 5 años o 20, 50 o 100. Lo que importa es valorar que, te des cuenta o no, esa historia se ha transformado en una cultura, en unas formas que, unos más que otros, encarnan y viven día a día.

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