La competitividad ya no basta para trascender en un equipo. Es vital para cualquier profesional realizar sus actividades con mayor eficacia, exactitud y versatilidad.
Alcanzar este nivel de desempeño, depende de la consistencia con que afrontamos las tareas. Es vital la concentración. Conoce cómo puedes potenciar esta habilidad para el bien de tus proyectos y desarrollo personal.
Define objetivos y prioriza. El primer paso para concentrarnos es dibujar lo que queremos ser. Identificar las razones por la que quisiéramos concretar ese objetivo y qué esperas obtener al alcanzarlo.
Tómate tu tiempo. El trabajo minucioso permitirá enfocarse más a la tarea que se realiza. Mantener las cosas simples, con sobriedad, nos llevará a la concentración.
Practica la concentración intensa. Fijar nuestra mente en las labores, sin ningún tipo de distracción (como los mensajes al correo, las notificaciones del celular o las conversaciones en la oficina) por pequeños intervalos que irán facilitando y potenciando la concentración. Así se obtendrán mejores resultados.
Despídete de la negatividad. Sobrecargar al cerebro con pensamientos adversos no hará más que tensionarnos y presionarnos.
No postergar. Según expertos, el 15% de adultos son procrastinadores crónicos. Aplazar nuestras tareas nos generará problemas en todos los aspectos, pues alterará el tiempo destinado para otras actividades que debieron haberse cumplido en su momento.
Prácticas como ponerte fechas de entrega, involucrarte en la planeación por adelantado y fraccionar un proyecto en pequeños pasos ayuda a combatir la procrastinación.
Enfocarse en el final. Involucrarse en un proyecto demandará entrega para poder experimentar los resultados de todo el esfuerzo realizado. Esto motivaría a darlo todo, siempre aprendiendo y capacitándose para concretarlo.