Cadena de abusos

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Por Luis Felipe Calderón Moncloa –  Profesor en MBA de ESAN 

Se decía antiguamente que los jefes intermedios eran el «jamón del sandwich» pues recibían presión de los de arriba y de los de abajo. Pero lo más preocupante es cuando, sistemáticamente, los jefes reciben presión desde arriba y, sin ningún filtro, se limitan a pasársela a los de abajo, malogrando el clima laboral.

¿Vieron la película «Cadena de favores» con Helen Hunt y Kevin Spacey? Pues esta también es una cadena, pero, a diferencia de la película, no es una cadena de favores sino de abusos. 

Sucedió un viernes de verano, hacia mediodía: un gerente de personalidad errática y caprichosa llama al jefe de sección y le cambia, una vez más, una orden sobre un trabajo especial que ya le había modificado varias veces. 

La tarea, a la que el jefe nunca le había encontrado demasiado sentido, ha demandado que su gente abandone sus obligaciones cotidianas (las que se les siguen acumulando) y trabajen horas extras que, a pesar de las promesas, nunca fueron remuneradas ni compensadas. 

Todo ello con el agravante que los subordinados sabían, incluso mejor que su jefe, que todo este esfuerzo era inútil y que solo respondía a los caprichos del gerente; caprichos que su jefe acepta servilmente pasándoles la presión a ellos. 

La nueva instrucción implicaba que todo el sobreesfuerzo realizado hasta la fecha sea echado a la basura y, lo que es peor, que trabajen sobretiempos ese viernes además de todo el sábado y el domingo.

Y así transcurren los días, semanas, meses, años, décadas y siglos sin que nadie haga nada para detener la cadena de abusos pues, quienes realmente necesitarían ayuda son el gerente y el jefe.

Los tres subordinados venían tolerando este maltrato, en la inútil creencia de que, si cedían sumisamente, terminarían más pronto la tarea y podrían volver a sus verdaderas labores, ya atrasadas y acumuladas. Pero la verdad es que sus paciencias ya estaban por acabarse, y esta fue la gota definitiva. 

La única mujer entre ellos tenía temas urgentes que atender en casa, especialmente responsabilidades con sus hijos, y le era imposible aceptar esa nueva imposición sin sentido. Pero incapaz de expresarlo ante su jefe, solo lloró amargamente ante sus dos colegas hombres.   

Pedro, que era el más sumiso de los tres, pero, a su vez, el más sensible, se arma de valor y habla con el jefe y, bastante alterado, le explica que es imposible cumplir la asignación en ese plazo y que ninguno de los tres está en condiciones de trabajar ese fin de semana, especialmente la dama. 

El jefe que, en el fondo (bien en el fondo) era un buen tipo, hace uso de sus recientes habilidades técnicas de «escucha activa», y con mucha paciencia, tolerancia y empatía lo escucha, le manifiesta su aprecio y comprensión y le dice que, en resumen, «le perdona el exabrupto» pero que siendo una orden del gerente, solo les queda acatarla, agregando que todo buen trabajador sabe sacrificarse «por la empresa». 

Una vez dicho esto, el jefe toma su maletín y se marcha temprano pues irá a pasar el fin de semana en la hermosa casa de playa del gerente, a largos kilómetros de la ciudad, y él estaba encargado de pasar comprando las carnes y los vinos para las infaltables parrillas veraniegas. 

Pero, como el jefe -bien en el fondo- es una buena persona, antes de salir pasa por el área de recursos humanos y le pide al psicólogo que vaya a darle «una miradita» a Pedro pues, en su opinión, no está manejando bien el estrés natural de todo empleo. Tarea que el psicólogo realiza con especial éxito pues calma al equipo y los tres pasan todo ese fin de semana avanzando el encargo, con la clara instrucción de no hacer inoportunas consultas telefónicas ni al gerente ni al jefe, para no interrumpirlos en su merecido relax playero. 

Y así transcurren los días, semanas, meses, años, décadas y siglos sin que nadie haga nada para detener la cadena de abusos pues, quienes realmente necesitarían ayuda del psicólogo son el gerente, para que controle su narcisismo y psicopatía, y el jefe, para intentar ayudarlo a que desarrolle su valor y aprenda a poner al gerente abusivo, en su sitio.

Fuente: ConexiónEsan

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