Por Rocío Rodríguez Barsallo – Especialista en Gestión del talento
He empezado a leer el libro “Ética y Coaching Ontológico” (2011) de Rafael Echevarria, y me encanta.
En las primeras páginas del libro se comenta que actualmente hemos perdido conciencia del inmenso potencial transformador del que disponemos, y entonces tenemos una pérdida significativa de nuestra capacidad productiva.
El autor explica que el filósofo Parménides mantenía que todo lo que existe remite a la categoría del “ser”, siendo esto algo fijo, inmutable,y único. Por otro lado, el filósofo Heráclito indicaba que todo lo que existe se encuentra en un proceso de permanente devenir, de constante transformación. Según este último, la realidad se caracteriza por la diversidad y la contradicción. Desde este punto de vista se asume que la transformación es el sentido central de la existencia humana. Por un lado somos objetos de los procesos de transformación en curso, pero a la vez somos fuerza transformadora. Desde este punto de vista, es relevante tener en cuenta que la acción humana es aquello que nos permite participar en los procesos de transformación.
Al leer el libro pienso que algunas veces podemos creer que nuestra vida es estática, rutinaria o que seguimos en el mismo “lugar”, sea a nivel profesional o en otro ámbito; y nos olvidamos de la fuerza transformadora que llevamos dentro. También a veces queremos que en la vida todo sea ordenado, predecible, cómo lo habíamos planificado, y no tenemos en cuenta que la realidad que nos rodea también es cambiante, contradictoria y se encuentra en constante transformación.
Lo leído también me lleva a reflexionar sobre el rol que queremos tener en nuestras vidas. Si bien la fuerza transformadora del entorno nos impacta y tiene influencia sobre nosotros ¿Qué tan conectados estamos con nuestro rol activo de seres transformadores de la realidad? ¿En qué medida estamos dirigiendo nuestras acciones (de manera intencional) hacia la transformación de aquello que consideramos valioso?
Todos tenemos una historia de vida, conocimientos, talentos y muchos aspectos que nos hacen únicos. Al conectarnos con todo lo que tenemos para ofrecer, estamos dando un primer paso. El siguiente paso es contribuir a la transformación favorable de nuestro entorno cercano, sociedad y mundo. Uno puede pensar que las acciones que uno hace son como “un granito de arena” ¿Qué ocurrirá si todos juntamos nuestros “granitos de arena”?
