Por Rosa Bonilla, jefe de relaciones institucionales y sostenibilidad de Entel
Un nuevo desafío para nuestra naturaleza omnívora se ha establecido. Estamos comiendo plástico y hay evidencia científica que demuestra que hubo un recorrido de este material en nuestro tracto intestinal. Las sustancias que habrá absorbido nuestro sistema, junto a los nutrientes, no se han determinado, pero se estima que podrían ser las precursoras de varios tipos de cáncer.
Y así fue que el plástico regresó al hombre. Un efecto búmeran resultante de un consumo tan inconsciente como irresponsable de empaques, botellas y utensilios de plástico de un solo uso. Todo fue a parar al mar, a la comida de los peces, a la comida de muchas aves y ambos que son comida del hombre, a su estómago en forma de partículas de policloruro de vinilo, polipropileno, tereftalato de polietileno y hasta una decena de plásticos diferentes. Veinte microplásticos por cada 20 gramos de materia fecal, según el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Viena.
Todo esto sin mencionar el daño directo que hace a la flora y la fauna en general. En el mar, animales como tortugas, ballenas o delfines, mueren tras ingerir bolsas de plástico o enredarse en ellas. Pero eso no es todo, si empezamos por el principio, las bolsas de plástico requieren gran cantidad de energía para su fabricación, están compuestas de sustancias derivadas del petróleo (toman más de medio siglo para degradarse) y si están serigrafiadas pueden contener, además, residuos metálicos tóxicos.
Repasemos algunas cifras por el Día Internacional Libre de bolsas de plástico. Así las cosas, son ocho millones de toneladas de plástico las que anualmente terminan en el mar y su producción no deja de crecer (9% anual, según la ONU). Solo en 2015, se produjeron 322 millones de toneladas en el mundo; principalmente, en forma de bolsas.
El mismo informe de la ONU revela que se usan 5 billones de bolsas de plástico al año. De las que sólo se reciclan el 9% y se incineran el 12%. Esto significa que usamos 10 millones de bolsas cada minuto en todo el mundo. Este es el tamaño del daño.
De ahí la respuesta de una serie de países y empresas que han empezado a adoptar políticas rigurosas para controlar el consumo de plástico de un solo uso, porque el cambio de conducta en el consumidor no es suficiente, ante esta dimensión de problema. La solución compete al sector público, privado y toda la sociedad civil.
A la industria de plásticos, a sus consumidores principales y a los proveedores de insumos y maquinaria para su fabricación; para establecer modelos de negocio alternativos, igualmente rentables pero sostenibles en el tiempo o por lo menos responsables con el medio ambiente, cuyos productos no terminen envenenando la vida en la tierra.
La bolsa que toda empresa debe emplear:
1. Una reutilizable. De preferencia de tela para poder ofrecerle a sus usuarios la opción de lavarla.
2. Una compostable o de material orgánico como fécula de yuca o papa. 3. De papel (como última opción).
Fuente: Gestión
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