9 errores que sueles cometer en tu trabajo

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Por Daniel Colombo – Master Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos de trabajo
 

Para los que están dentro del mundo laboral activo, hay algunos errores que, por torpeza, desidia o intencionalmente, están a la vista cada día.

Como ya estamos viviendo, el mundo del trabajo que conocimos hasta hace dos o tres años ya no existe ni existirá más. La revolución tecnológica, la volatilidad de los mercados en prácticamente todo el mundo y las transformaciones de las habilidades más requeridas para los empleos del futuro, determinan un escenario completamente diferente, en el que millones de personas no encontrarán su lugar, a menos que se preparen y adecuen para seguir en carrera.

 

La palabra “prueba” no es casual aquí, ya que cada vez más en el mundo del trabajo, y más allá de lo que podamos imaginar, todos estaremos siempre en estado latente de observación: no habrá empleos para toda la vida, y cada uno deberá buscar las alternativas que mejor vayan con su perfil.

En general, siempre se enfoca más en los errores empresarios que en los de sus trabajadores. Esta vez el foco está puesto en ellos. Para los que están dentro del mundo laboral activo, hay algunos errores que, por torpeza, desidia o intencionalmente, están a la vista cada día. Se trata de acciones de diverso impacto que deterioran severamente no sólo el perfil profesional del empleado, sino de la productividad de la compañía que le da trabajo.

Aquí va esta lista de nueve de los más recurrentes que se observan en todo tipo de negocios pequeños, medianos y grandes; en organizaciones gubernamentales; y en prácticamente todo tipo de actividades donde hay empleados involucrados:

1. No agradecer el tener trabajo. Por más desanimado que te encuentres, el trabajo que tienes es “el trabajo” de este momento. Por lo que sería apropiado agradecer esta posibilidad y, si quieres, ponerse en búsqueda de otra mejor. En este punto, muchos empiezan a hablar mal de la empresa que los contrata: son desagradecidos, y no saben que esto funciona como un búmeran.

Por eso, agradece de distintas formas: la mejor de todas es hacer tu trabajo lo mejor posible, y dando siempre un poco más. Esta es la gran diferencia entre ser eficiente -hacer lo que te piden- y eficaz -hacer lo que debe hacerse, y dar un poco más, obteniendo una mayor satisfacción personal-.

2. Hacer lo mínimo indispensable. Impulsado muchas veces por erróneos conceptos de dirigencia laboral, la ley del menor esfuerzo no sirve para cambiar las cosas. Los empleados que hacen lo mínimo cada día no sólo patean en contra de la organización que les da trabajo, sino de sí mismos, puesto que no se permiten explorar oportunidades, aprender ni sumar habilidades. La clave para revertirlo es involucramiento y acción, poniendo el 100% en lo que corresponde a tus responsabilidades.

3. Dejar pasar oportunidades. Otro aspecto de la comodidad en que se mueve una gran parte de los que tienen trabajo es que no han desarrollado las capacidades sociales para aprovechar oportunidades, y luego se sorprenden cuando aquel ascenso se le da a otra persona. La curiosidad, el entusiasmo y la auto motivación son fundamentales para impulsar su desarrollo.

4. Desaparecer del mundo de las búsquedas laborales. Es alarmante la inhabilidad de los trabajadores para mantenerse activos en el mercado laboral. Parece que el hecho de tener trabajo ya te hace un fantasma dentro del sistema.

El problema aparece cuando pierdes el trabajo, y sales de inmediato a armar tus perfiles en LinkedIn y redes sociales, y a contactar a conocidos para enviar tu currículum. Estos errores pueden revertirse permaneciendo visible; compartiendo información de tu trabajo actual y sus logros (de los que, por si no sabías, también formas parte) y manteniendo al día tus redes de contactos, e incrementándolas.

5. No apoyar a la empresa o negocio para la que trabajas. Sería ideal que cada trabajador se convierta en un embajador de la empresa donde trabaja. Independientemente de las condiciones y situaciones, es importante que no restes apoyo a la compañía, ya que se nutre de tu talento al igual que del de tus compañeros.

Algunas formas de apoyo son mostrarte entusiasmado, presentar proyectos viables para seguir creciendo, ser una influencia positiva y transformarte en un agente de cambio de tu entorno directo para lograr una mejor calidad y excelencia.

6. Pensar que ese trabajo es para siempre. Totalmente errados, los empleados piensan que su puesto será inamovible. La realidad indica que de un día para otro eso puede cambiar. Aprovecha la oportunidad de estar trabajando para posicionarte en tu segmento; compartir buenas noticias de tus logros profesionales; apoyar causas que, fuera de lo laboral, te permitan expresar tus habilidades y servir. Haz una diferencia, y, a la vez, estarás motivado y liderando cualquier proceso de cambio con mayor entusiasmo (por ejemplo, cuando debas salir a buscar otro empleo, o llamar la atención del mercado para que te contraten).

7. Creer que eres indispensable. Ya no existen posiciones irreemplazables dentro de las organizaciones. El ego puede hacerte creer que sí lo eres, aunque la contundencia del mundo real hará que bajes los pies a la tierra. Todos somos piezas reemplazables.

8. Actuar en forma individualista. Relacionado con el ego, el ser individualista tampoco es una habilidad que sume, ya que las organizaciones y empresas buscan personas con habilidad para trabajar en equipo. Empieza a tender puentes para aprender junto a otros, transferir conocimientos de tu especialidad y hacer contribuciones positivas, por tu bien, el de los demás compañeros, y la empresa que te contrata.

9. Dejar de aprender. Este quizás sea el peor de los errores que cometen las personas que tienen trabajo: se dejan estar respecto a sus conocimientos. Quizás tengan un largo trecho de experiencia o muchas carreras y, por algún motivo, no se actualizan y se dejan estar. El no aprender es motivo para que muchos pierdan su trabajo, no se integren adecuadamente a las nuevas generaciones del trabajo, y estén fuera de lo que su mercado requiere. Mantente activo y aprendiendo; haz cursos cortos; asiste a talleres, seminarios, presentaciones de producto. Conviértete en referente dando charlas y compartiendo tu conocimiento y experiencias. Esta retroalimentación será altamente positiva si te quedas sin trabajo.

Fuente: Entrepreneur


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