Por José Cornejo, Distribution Business Manager for Peru, Chile and Bolivia
Durante muchos años, la gestión interna de las organizaciones estuvo enfocada en la consecución de resultados para mejorar la rentabilidad del negocio que en muchas ocasiones no tomaban en cuenta otras aristas fundamentales como las necesidades de los miembros de los equipos, la mejora del desempeño o alternativas de solución para eventos fortuitos que compliquen el desarrollo habitual del trabajo; concentrándose en objetivos muy específicos que no permitían un abordaje holístico de la compañía.
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Ante la demanda por mejorar la productividad, el panorama motivó a repensar la manera de alcanzar los objetivos. De esta forma, comenzó a vislumbrarse una verdad que haría que las organizaciones ya no sean las mismas. No basta con decir qué hay que hacer, si no trazar un camino posible que contemple las necesidades de quienes lo van a recorrer para que, en paralelo, los logros y desafíos se conviertan en motivación.
Es en este contexto en el que cobran relevancia los OKR, una metodología que se basa en establecer objetivos para medir el rendimiento en un plano aspiracional, colaborativo y que es utilizada por grandes organizaciones a nivel mundial, incluida Intel.
Los OKR establecen objetivos para individuos y equipos con la finalidad de analizar periódicamente el progreso de la organización, evaluar las dinámicas de trabajo, y determinar resultados medibles que impulsan las operaciones comerciales. Estos constan de dos partes principales:
1- El objetivo (O) es el problema que se quiere resolver, y que debe plantearse de una manera que inspire y motive a los empleados a alcanzarlo. Además, como consecuencia natural de su establecimiento, produce mejores formas de orientarse a la resolución de problemas y a comprometerse con el mismo.
2- Los resultados clave (KR) son las referencias que establecen el camino hacia el logro del objetivo principal y ayudan a realizar un seguimiento del progreso. Por lo general, hay entre tres a cinco objetivos con entre dos a cuatro resultados clave, y sirven como una guía de acción que está en sintonía con la meta organizacional.
Tanto el objetivo como los resultados clave deben ser específicos, mensurables, ambiciosos, realistas y considerados dentro de un determinado tiempo que es previamente especificado. Además, esta metodología es muy democrática y puede ser implementada en todas las organizaciones, desde las grandes corporaciones, hasta las pymes, ONG y otro tipo de institución.
Desde Intel sabemos que la transformación digital nos pone a prueba constantemente y nos invita a ser cada vez más ágiles y flexibles. Así, una metodología como la de los OKR se torna fundamental para adaptarnos mejor a un contexto en constante cambio e involucrar a nuestros colaboradores en el día a día de la organización. Asimismo, es una gran forma de empoderar a las entidades para que logren sus objetivos viendo más allá de los resultados, aprendiendo, analizando y conociendo el potencial de todos y cada uno de los que forman parte de un camino emocionante.
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