Cuando la seguridad y la salud dependen del cambio de comportamiento

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Por Patricia Llaque – Profesional de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

Es evidente el vínculo recíproco que se establece entre salud y desarrollo, la salud promueve el desarrollo y el desarrollo promueve la salud; no invertir en salud conlleva un impacto negativo en el desarrollo. Aunque no es menos cierto que la interrelación entre la salud y el ambiente de trabajo se sigue percibiendo como una situación de desequilibrio entre las demandas del entorno laboral  y la capacidad, cualidades o recursos del propio empleado.

Durante esta crisis del coronavirus seguramente muchos líderes han sido capaces de transmitir, de forma clara, el porqué es necesario adoptar nuevos comportamientos. Se esperaba que el hecho de explicar las formas de contacto y la tasa de contacto –frecuencia de contacto necesaria para contagiarse– contribuyera a lograr los objetivos de cambio de algunos comportamientos.

Sin embargo, somos testigos de ciertas conductas no deseadas que vuelven a poner de manifiesto que muchas veces no es suficiente dar ejemplo, establecer procedimientos o procesos, promulgar normativas y regulaciones o incorporar aplicaciones informáticas.

Existe considerable evidencia que demuestra que, aunque el conocimiento sobre la influencia de los comportamientos en la salud y la seguridad es realmente importante y necesario, no basta para alcanzar un cambio real.

¿Análisis racional de costo-beneficio?

Seguir creyendo que nuestras decisiones se basan en un análisis racional de costo-beneficio nos aleja de cualquier iniciativa que conduzca al cambio. Somos seres con una identidad compleja, llena de emociones y sentimientos que van dando forma a nuestras elecciones, a nuestras acciones, a nuestros comportamientos.

No enfrentar esta realidad es trabajar con una teoría incompleta del comportamiento humano que subestima la dificultad del cambio, y la motivación que él demanda. Debemos construir un modelo centrado en la persona que maneje las variables necesarias para fomentar esa motivación intrínseca, que faciliten el ejercer un  papel activo en relación a la salud y a la seguridad, tanto propia como de las personas que le rodean.

Asimismo, comprender los determinantes que influyen en un comportamiento es fundamental, sean éstos:

  1. Individuales: conocimiento, actitudes, motivación, habilidades…
  2. Interpersonales o sociales: cultura, normas sociales, redes sociales…
  3. Entorno: personal, familiar, laboral…

El análisis de todos estos determinantes nos permite entender el comportamiento desde múltiples aristas, su intrincada interrelación, facilitando la identificación de aquello que es esencial para el proceso de cambio. Sin olvidar que los determinantes de un comportamiento específico pueden diferenciarse entre grupos objetivo, entre individualidades.

Políticas, procedimientos y programas de impacto de salud y seguridad en el trabajo deben apoyarse en teorías y técnicas que promuevan dicha exploración, proporcionando mecanismos para resolver la ambivalencia que va emergiendo, dígase, la convivencia de los puntos de vista o razones opuestas para cambiar el comportamiento.

Modelo Biopsicosocial

Particularmente entiendo que solo se consigue adherencia consciente, es decir, sin temor al castigo o a represalias, cuando se integran teorías del trabajo, del comportamiento y del aprendizaje con modelos de creencias en salud. Personalmente apuesto por un modelo ecológico que estudia el comportamiento de la salud y la seguridad en contextos psicológicos, sociales, organizativos y económicos más amplios. Entiendo esto también como un paso previo necesario al desarrollo de soluciones tecnológicas, dedicadas a la seguridad y salud laboral, de forma ética y sostenible.

No podemos olvidar que el cambio de comportamiento es un proceso, que no se produce de la noche a la mañana simplemente por decirle a la gente qué hacer y cómo hacerlo. Este proceso va de la mano de la recaída y la persistencia por lo que reforzar la autonomía, las competencias y el sentido de relación es esencial.


Sobre el autor:

Patricia Llaque
Profesional de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, con experiencia en empresas y organizaciones internacionales. Máster en Neuropsicología Clínica y Máster en Ciencias Cognitivas. Trabaja en la intersección de la Inteligencia Artificial y la Psicología Cognitiva y del Comportamiento, con énfasis en la investigación del impacto de la tecnología sobre el desarrollo humano. Su trabajo se focaliza en la consecución de  nuevos valores y propósitos dentro de una cultura organizacional basada en la persona. A través de su marca registrada OnWell participa también en la divulgación de la ciencia y la investigación, dando visibilidad a referentes femeninos, y en el acercamiento al lado más amable de la tecnología, a aquellos algoritmos y soluciones que se diseñan bajo el prisma de la ética social y la sostenibilidad.


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