Por Diana Rake (Perú), Coach Ontológica, Gerente General de Downing Teal
El desarrollo económico en el Perú ha hecho que sea evidente la proliferación de ofertas educativas tanto de pregrado como de pos grado. La idea es distinguirse del resto con diplomados y /o maestrías. Muchos creen que complementar su hoja de vida con títulos les dará una ventaja competitiva. No los culpo ya que es importante contar con una buena base de conocimientos y poder distinguirse del resto para poder competir. No obstante, no perdamos de vista que eso esel comienzo, pero que lo que cuenta en realidad es como aplicamos esos conocimientos para transformar nuestro entorno. De poco sirve ser buenos técnicos sino sabemos relacionarnos y transformar ese conocimiento en resultados que abran posibilidades para las personas y para las empresas. La acumulación de información no nos garantiza que hemos tenido un aprendizaje y más bien nos convierte, muchas veces, en una gran base de datos sin cuerpo ni emociones que se olvida de la experiencia humana. No quiero decir con esto que tener información no es positivo, pero ¿qué hay de los otros aprendizajes?
¿Qué tipo de aprendizaje es el que realmente buscamos? ¿Cuál sería el aprendizaje ideal? ¿Qué entendemos por aprender? El aprendizaje es un proceso que se va dando a través de nuevas experiencias. Para que los aprendizajes realmente se instalen en nosotros y creen una transformación hay que experimentar desde diferentes fuentes. No basta lo informativo o técnico que nos llega desde lo racional, tenemos que aprender también con nuestros sentimientos, nuestro cuerpo y nuestra alma. Cuando dejamos emerger la parte de nosotros que no es sólo la inteligencia cognitiva, vivenciamos transformaciones del ambiente y de las personas. Esto en una organización o empresa es fundamental, ya que nos referimos a transformar no únicamente a cambiar.
Es importante poder abrirnos hacia otras miradas, quitándole protagonismo excesivo a nuestro ego y compartiendo más con los demás. Haciendo esto nos disponemos a validar nuestros juicios, nos abrimos al diálogo, a la exploración, a la recepción. Finalmente, a vivir una apertura hacia nuevas experiencias enriquecedoras que nos transforman como seres humanos.
Para entrar en esta experiencia del aprendizaje es muy importante estar conscientes de que tendremos que desaprender lo que veníamos actuando y no nos servía. Tal vez esta sea la parte más complicada. Desaprender no quiere decir olvidar lo que hemos aprendido sino buscar nuevos significados, diferentes maneras de llegar a donde queremos, diferentes maneras de obtener los resultados esperados por nosotros y nuestras empresas.
En las organizaciones modernas se promueve el empoderamiento, eso involucra hacerse cargo y al mismo tiempo ser conscientes de lo que nos abre o cierra posibilidades. Es necesario, cada vez más, no sólo enfocarse en cuántas maestrías se han acumulado, sino también evaluar cuánta capacidad hay para adaptarse a diversos tipos de gente, de culturas, de maneras de enfocar las ideas, cuánta disposición para aceptar nuestro errores y que el ego no nos gane. Másallá de buscar la excelencia técnica, son imprescindibles otros aprendizajes transformadores para que las personas logren realmente desarrollarse y agregar valor a la empresa y a la sociedad. Vivimos en un mundo globalizado y en constantes cambios, donde la interculturalidad es un eje transversal y donde los conocimientos puramente técnicos no son suficientes ya que podrían ser en poco tiempo obsoletos.
Finalmente, sería interesante preguntarnos: ¿Cuánto estamos facilitando nuestro propio proceso de aprendizaje? ¿Somos protagonistas de esta experiencia y observadores reflexivos de nuestro entorno? ¿Somos conscientes de que no basta fortalecer la técnica sino abrirnos posibilidades desafiando miedos, observando nuestro cuerpo al comunicarnos y conectándonos con los miembros de nuestro entorno y con nosotros mismos?