Por Rafael Zavala (Perú), Gerente General, Laborum
Hace poco más de 15 años, en el World Business Forum, en Nueva York, ocurrió un hecho inesperado. Luego de intervenciones de los principales CEOs y gurús del management mundial, ingresó al estrado la Madre Teresa de Calcuta. Lo curioso del caso es que habló 30 segundos y fue la más ovacionada. ¿Qué mensaje tan potente pudo decir? Algo muy simple, pero a la vez quizá lo que más nos falte. Ella se paró enfrente del auditorio, y les dijo “¿Así que quieren tener empresas más exitosas no? Pues a todo su equipo de trabajo: conózcanlos, quiéranlos y exíjanles mucho.”
Todo parte por allí y es que no podemos evaluar a quien no conozcamos, porque no sabemos que problemas está teniendo en ese momento, que definitivamente afectan su desempeño. No podemos premiar sino sabemos que es lo que realmente le interesa a esa persona, a veces es sueldo, a veces trato, a veces retos, a veces posición, es decir, la primera regla que nos da la Madre Teresa es quizá la más básica de todas, pero también la menos común en nuestras empresas. Si no somos capaces de conocer, querer y exigir a nuestros talentos, éstos se irán a una empresa que si lo haga.
Para lograr que la gente se apasione por su trabajo , el trabajador tiene que sentir que crece y hace crecer a los demás con lo que hace y para ello la empresa debe preocuparse por formar no solo mejores profesionales sino mejores personas, sin duda la mejor estrategia de retención, ya que uno tiende a devolver con la misma moneda.
Por ejemplo, hoy en día está de moda el clima laboral y medirlo con Rankings como el Great Place to Work. Este año se me ocurrió crear en Laborum el Great Place to Live, un ranking en el que nos enfoquemos en ello y también en “clima familiar”, y “clima personal”. Es decir, preocuparse si los trabajadores hacen el mismo esfuerzo en su trabajo que en su familia para dedicarle tiempo, para mejorar su carácter, sus valores familiares.
Las empresas, tal como las familias, vienen a ser la sombra alargada de la personalidad de aquellos que las formamos. Konosuke Matsushita decía que la misión principal de un gerente es responder y satisfacer las ansias del ser humano de tener una vida más plena. Tener un confort material no garantiza la felicidad. Solo la salud espiritual trae la verdadera felicidad. Si esto es así, ¿los negocios solo deben ocuparse del aspecto económico de la vida y dejar de lado lo relativo al espíritu en manos de la religión o la ética? Pienso que no. Los hombres de negocios deben ser capaces de crear una sociedad espiritualmente rica y económicamente próspera.”
Cada vez más gerentes se están dando cuenta de que invertir en la persona paga, es decir, que el preocuparse por su bienestar contribuye a su productividad y que eso beneficia a toda la organización, pero más importante aun, porque hace que las personas sean mejores, y si son mejores, trabajan y viven mejor.
Se habla mucho sobre el salario emocional hoy en día ya que es la principal variable que se toma en cuenta a la hora de retener el talento. Según una reciente encuesta realizada por CNN en Expansión el 77% de empresas latinoamericanas señalan la retención del talento como el principal reto de la organización. Dicen que cada empresa tiene el talento que se merece y no les falta razón, ya que los que están en las principales posiciones son los responsables de la formación de todos los miembros del equipo.
Valdría la pena preguntarse en los últimos años o meses, ¿Qué hemos hecho para tener gente talentosa?
¿Simplemente pagarles bien? Hay algo más que el dinero. El talento que se compra con las mismas se vende. Éste se descubre y se desarrolla. Y es justamente cuando uno hace crecer a una persona en una empresa, cuando le genera compromiso, cuando hace que se ponga la camiseta, cuando hace que vaya a trabajar feliz. A eso se le llama salario emocional, a la remuneración, relacionada con la calidad de vida que quiere uno vivir.
Si bien es cierto el concepto de salario emocional está muy ligado al clima laboral que se respire en la empresa, éste no se basa en almuerzos de fin de mes, o entradas para el cine, sino principalmente en tratar a la gente como les gusta que los traten, como quisiera que ellos traten a sus clientes, en ofrecerles un proyecto a futuro que los rete, en definir y establecer sistemas de incentivos personalizados y por supuesto en una compensación adecuada, y eso solo se logra si primero, como bien dice la Madre Teresa, se conoce a fondo al equipo de trabajo. Cuando uno paga más puede también exigir más. Si la empresa hace como si paga, el trabajador hace como si trabaja.
Si uno quiere maximizar el salario emocional en su empresa, conozca primero a su gente, involúcrese en su éxito, envuélvanlos con su encanto, de corazón, trátelos con justicia pero ello no significa que haya que corregir cuando haya que hacerlo, la gente lo valorará más.