Por John Taipe (Perú), Docente de Coaching de la PUCP
La gestión en una organización suele centrarse en como articular su estructura orgánica, procesos, personas y recursos a través de establecimiento de relaciones orgánicas y funcionales de comunicación, coordinación y control para alcanzar sus objetivos.
En el despliegue de ese diseño de estructura formal se produce, de manera inevitable a veces, interacción con la estructura informal que se constituye por la red de relaciones entre las personas que forman parte de la empresa.
Para la gestión de esta red no bastan las competencias duras, se necesitan de otras que son intrínsecas a cada persona, a cada ser humano, como la predisposición al aprendizaje, comunicación, practicas conversacionales, reconocimiento emocional, disposición corporal, umbral de escucha y la construcción de relaciones.
Sin embargo, no siempre estas competencias son valoradas y reconocidas.
Además muchas veces no se diseñan espacios de aprendizaje más allá de las tradicionales actividades de capacitación centradas en el saber.
El coaching se centra en la naturaleza humana de cada persona abriendo espacios de aprendizaje en su dimensión lingüística, emocional y corporal, permitiendo realizar intervenciones orientadas al saber hacer y al saber ser.
En resumen, el coaching ayuda a gestionar la estructura informal constituida por las personas, quienes hacen que funcione o no la estructura formal y que las cosas sucedan o no finalmente.
Artículo publicado en el Diario Gestión