Por Mariana Costa Checa – CEO de Laboratoria
En el mundo del intraemprendimiento corporativo, el emprendimiento al interior de las empresas, las arcas están más llenas, pero el panorama es el mismo. El fracaso no sólo es el destino fatal del pequeño emprendedor anónimo, sino también el de equipos bien fondeados, con talento y buenas ideas. Y ahí está el reto: para crear cosas nuevas hay que entrar en un terreno desconocido donde la incertidumbre prima.
En el camino he aprendido que nuestra única espada del augurio,la que usaba León-O de los ThunderCats para predecir el futuro, es haber cultivado en cada rincón de la organización una cultura de aprendizaje continuo.
Pero para que esta cultura permee en nuestras organizaciones y las ayude a florecer en tiempos de cambio, no sólo basta con creer en ella.
Aquí comparto tres prácticas que han permitido a corporaciones sobrevivir:
1. La experimentación como pilar del aprendizaje. El método científico es la base del progreso de la sociedad moderna y en su centro está la experimentación. Tenemos una hipótesis, diseñamos un experimento para validarla o refutarla, lo ejecutamos, medimos sus resultados y aprendemos.
Este ciclo es hoy el arma más poderosa de una organización para descifrar cómo agregar valor en contextos de alta incertidumbre. La data que nos deja estos experimentos nos ayuda a validar el aprendizaje y guiar nuestra estrategia. La clave para hacer de este nuestro modus operandi ha sido experimentar a bajo costo y en pequeño siempre.
2. La confianza como requisito fundamental para la experimentación. Si mi experimento sale mal y me despiden, va a ser muy difícil que, más allá del discurso, esta cultura se expanda. Los líderes debemos marcar la cancha de la experimentación.
Definir, por ejemplo, con cuál grupo de usuarios podemos probar cosas nuevas y con cuál no, y qué lineamiento debemos seguir en el proceso. Pero luego debemos generar confianza en los equipos para que experimenten, y celebrar los experimentos que nos dicen por dónde avanzar y los que nos dicen por dónde no.
La confianza, además, es importante para que los líderes soltemos el control. Si lo definimos todo, seremos el principal obstáculo del aprendizaje. Nos toca trazar la visión y dejar que nuestros equipos encuentren el camino.
3. La transparencia, el feedback y la reflexión permanente. Para cerrar el ciclo de la experimentación y convertirla en aprendizaje también es fundamental que estos pilares sean parte de nuestro día a día.
Necesitamos transparencia para ver las cosas como son, sin justificar nuestros errores para quedar bien o proteger nuestros intereses; feedback para aceptar que nadie mejora sólo y que necesitamos de la perspectiva de los otros para saber qué hicimos bien y qué pudimos haber hecho mejor; y reflexión permanente para aprender, y mirarnos de manera crítica como individuos, equipos y organizaciones.
Una cultura de aprendizaje continuo es la mejor herramienta para quienes queremos hacer lo que no se ha hecho antes. Y es el ritmo de este aprendizaje el que definirá quién llevará ventaja en la carrera.
¿Qué es lo que más me gusta de esto? Poder venir a trabajar todos los días a un lugar que aprende.
Fuente: Semana Económica