Por Alberto Haito – Director – Arellano Consultoría
Con el correr de los años, como es normal, los miembros de las familias van en aumento, incorporando al negocio familiar, sea a nivel gestión, Directorio o Junta de Accionistas, nuevos miembros con diferentes puntos de vista con respecto a la empresa.
Estos puntos de vista pueden ir desde un genuino interés en el futuro del negocio, el cual puede o no ser discordante con el pensar de otros miembros de la familia hasta, en el extremo, puntos de vista más ligados a planes de vida que no están alineados al futuro de la empresa. Un descontrolado avance de estas diferencias puede desembocar en la ruina del negocio.
Siendo así, es necesario minimizar este desalineamiento para lo cual hay varios elementos que desplegar, siendo el primero el contar con un Protocolo Familiar que establezca las bases de la relación entre los miembros de la familia y la empresa.
Otro elemento es la correcta elección de directores independientes, quienes con una visión desapasionada y profesional deberán buscar el justo medio que signifique un mejor futuro para la empresa.
Adicionalmente es fundamental el respeto por el Plan Estratégico el cual, aunque suene repetitivo decirlo, debe ser claro, simple, no estar encarpetado (como suele suceder) y tener revisiones periódicas. Misión, visión, valores y estrategia no deben dejar ninguna duda a los miembros del Directorio sobre lo que es la empresa y sobre su futuro.
Finalmente, tenemos el papel del Presidente del Directorio, cargo que no es honorífico como algunos piensan. La persona que ocupe esta posición tiene un papel fundamental en el alineamiento del Directorio, poniendo (o imponiendo) orden entre los miembros de su Directorio cuando sea necesario.
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