El “win & win” de la formación

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Por Arturo Medina (España), Director General de Hedima

La formación para los empleados ha cambiado en los últimos tiempos tanto en los contenidos como en los soportes.

En un mercado tan competitivo como el actual, destacar requiere altas dosis de esfuerzo, trabajo continuado y actitud personal positiva. En este contexto tan exigente, el reciclaje continuo de los conocimientos y habilidades de los profesionales es un factor clave a cuidar.

Para que cualquier empresa pueda competir en un escenario como este, la cualificación de sus empleados y el consiguiente aumento de su productividad son necesarios. Es aquí donde la formación se convierte en la pieza más importante del puzzle de una compañía.

Formación: ¿inversión o gasto?

Sin lugar a dudas la formación es una inversión segura, de retorno rápido y que nunca perderá valor ya que es rentable para toda la compañía. Ofrecer de forma continua formación a los empleados, les convierte en profesionales más polivalentes y productivos, y esto, además de motivar al propio trabajador, posibilita a la empresa alcanzar mejores resultados y mayores beneficios a medio y largo plazo.

Para cualquier organización la formación se convierte en un recurso para la promoción interna, para la movilidad y para el reciclaje de los empleados. Asimismo, permite a cualquier compañía mejorar su imagen de marca y su prestigio, tanto de cara al exterior como dentro de la propia empresa, lo cual es igual de importante. Por este motivo, la formación debe incluirse dentro de las decisiones estratégicas que aborda la Dirección y debe tener un plan específico.

…el cambio

La formación para los empleados ha cambiado de forma radical en los últimos tiempos tanto en los contenidos, como en los soportes y en las propias modalidades.

Hace un tiempo era comúnmente conocida la necesidad de formar a todos los trabajadores en materias transversales, tales como ofimática, prevención en riesgos laborales, idiomas, etc. materias que poco tenían que ver con las propias funciones de los empleados dentro de la compañía, pero que aumentaban su competitividad y reciclaban sus conocimientos. Hoy la formación en estas materias se ha completado con formación en áreas ligadas a la gestión, la comunicación y las habilidades dentro de la compañía lo que hace, sin duda alguna, aumentar la productividad de todos los trabajadores, y sobre todo entre directivos y mandos intermedios.

El cambio que ha experimentado la formación puede percibirse, entre otras muchas cosas, en que ha pasado de pensarse en ella como algo poco entretenido a concebirlo como algo distraído que fomenta la motivación dentro de la empresa. Las tradicionales modalidades presenciales o a distancia se han visto alteradas, adaptándose a la nueva mentalidad digital a la que cada vez estamos más acostumbrados y con la que ya vivimos. De la misma manera, y por el mismo motivo, los soportes didácticos también han experimentado una importante revolución por el continuo desarrollo de las tecnologías de la información.

Sin ninguna duda, el apartado ligado a las metodologías de impartición es el que ha sufrido una mayor revolución en los últimos años. El primer encuentro que casi todos tuvimos con la formación se desarrolló en la misma línea que la formación que recibimos a lo largo de nuestra vida estudiantil: modalidad presencial en una aula, con un manual en papel y con el formador como transmisor de los conocimientos. Esta metodología, que resulta muy útil en algunas disciplinas, presenta como principales limitaciones el hecho de trasladar al alumno un alto número de conceptos teóricos y carecer casi por completo de componentes lúdicos.

En el intento de minimizar estas limitaciones, se idearon metodologías que rompieran con esta inercia, y surgieron toda una serie de actividades, fundamentalmente outdoor, que ponían un mayor énfasis en el componente lúdico de la formación.

Sin embargo, poco a poco, este tipo de metodologías se convirtieron en un elemento muy valioso para premiar la consecución de unos objetivos, más que en el medio formativo para conseguirlos. Pero, como en todo, las necesidades y características de cada empresa son diferentes y todas las metodologías deben ser adaptadas y particularizadas a cada compañía para dar respuesta a las necesidades formativas específicas.

Formación: todos ganamos

La formación es una pieza fundamental para la empresa con la que todas las partes ganan: una empresa que forma a sus empleados es una empresa más competitiva y un trabajador formado es un trabajador más productivo; es el winwin de la formación. Sin embargo, para que empresa y trabajador ganen y se produzca este win-win, la optimización del proceso global de formación, desde la gestión eficiente de los recursos financieros, la gestión del propio programa formativo, hasta la gestión de los docentes es clave. Contar con expertos que aseguren esta optimización en la ejecución es fundamental para la rentabilidad de la formación, tanto para la empresa como para el empleado.

En definitiva, los departamentos de Recursos Humanos tienen a su alcance la posibilidad de contar con empleados cada vez más productivos gracias a las ventajas que la formación continua presenta. Pero únicamente su desarrollo con expertos que aseguren la calidad y la eficacia de los procesos formativos, hará que todos acaben ganando. Una empresa con empleados formados es una compañía resistente ante situaciones adversas como la actual y con mejores resultados.

 

 

 

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