El buen empleado: claves para detectarlo

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Por Maite Moreno – profesora de EAE Business School

A menudo me preguntan sobre cómo debe ser el empleado ideal, el empleado perfecto, y yo siempre respondo del mismo modo, con esta célebre fase de Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Porque a mi parecer, es preferible hablar de buen empleado a empleado perfecto.

Entonces ¿cómo debe ser un buen empleado? 

Hace bastantes años, si le hubieran hecho esta pregunta a Gary Hammel, creador de la famosa jerarquía de las capacidades humanas en el trabajo, o a cualquier manager de la época, quizás hubieran dicho que un buen empleado era aquél que cumplía las órdenes, que trabajaba duro y que era rico en habilidades personales para llevar acabo las mejores prácticas en el trabajo. 

Hoy en día, obediencia, diligencia e intelecto han perdido vigencia. De hecho, si tus empleados sólo tienen estas capacidades, entonces tienes un grave problema para poder sobrevivir en este entorno tan VUCA.

Afortunadamente el “no te pago para pensar” ha pasado a la historia y Hammel tampoco se quedó ahí y habló de 3 capacidades más, que son las que mejor definen hoy al buen empleado:

  1. Ser capaz de tomar la iniciativa ante un problema u oportunidad antes de que nadie se lo pida y no limitarse a realizar las tareas de su job description.
  2. Crear nuevos y mejores productos o servicios para la empresa.
  3. Dar lo mejor de sí mismo con entusiasmo.

Pero si Hammel me lo permite, voy a añadir una más.

Para ello, me remito al 24 de noviembre de 1859, cuando Darwin publicó “El origen de las especies”. Libro que, en su quinto capítulo, indica: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.

Ha quedado claro que un buen empleado no es aquél que más sabe o más trabaja, sino, a mi parecer, aquél que mejor sabe adaptarse a los cambios que están aconteciendo en nuestro entorno.

La habilidad de modificar la manera de desenvolverse según la situación y/o contexto es realmente sorprendente. Quien goza de esta habilidad suele ser más receptivo/a a los cambios, tiene una mente más abierta y es empático/a con los que le rodean.

Esto le da la oportunidad de generar los cambios que cree necesarios. Su virtud radica en saber cómo responder a las adversidades y obstáculos que se presentan, así como también afrontar todo tipo de imprevistos y salir airoso/a de ellos. Y algo muy importante: se ajusta al entorno porque es capaz, no sólo de aprender iterando, sino también de pivotar, de desaprender dejando atrás las ideas que concibió originalmente

La existencia de mirlos con plumaje blanco es una llamativa rareza que antiguamente se creía inexistente. Afortunadamente, no es el caso de estos empleados. A menudo basta con darles la oportunidad para que se conviertan en mirlos blancos.

 

 


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