Por Ricardo Alania (Perú), Director Académico del Área del Factor Humano y de la División Empresarial de la Escuela de Postgrado de la UPC
Cuando tenemos que revisar los alcances que han definido las diferentes eras sobre los que han definido su accionar, encontramos la posición del profesor Viedna, quien nos menciona, que los ejes son: la tierra, el capital, el conocimiento y el trabajo (esfuerzo), y en ese contexto se definían las eras que en el mundo se definieron como: la agraria, donde el foco central era la tierra, que se complementaban con el esfuerzo en gran medida, seguido del capital en menor medida el conocimiento. Seguimos con la era industrial, donde la tierra deja de ser relevante y su posición la toma el trabajo, se potencia el capital, seguido del conocimiento que empieza a aparecer y la tierra sin dejar de ser importante y sin dejar de tener relevancia, aun cuando ésta es menor. Posteriormente, llega una nueva era: la era del conocimiento, en esta era, es evidente que empieza a aparecer el conocimiento como el gran diferencial del éxito (la informática empezaba a aparecer con fuerza y novedad), el capital se encuentra en los bancos comerciales y la banca de inversión (y si hay un buen proyecto, inclusive pueden existir ofertas para el financiamiento), el esfuerzo mantiene el nivel y la tierra pierde relevancia de factor de éxito relativo. Sin embargo ahora y de acuerdo a Gary Hamel, entramos también en una nueva era: la era de la creatividad e innovación. Pero para que esta era tenga evidencia y sea concreta, es necesario que los ejes sobre los que se definieron las eras que se han mencionado, se complementen con otros dos ejes: el talento y los valores.
Apreciemos el contexto, que es el que está direccionando lo que hemos mencionado, pero es necesario que miremos que el mundo esta creciendo, pero ya no de manera lineal, sino de manera exponencial. Y parece que los sistemas de trabajo, no llegan a seguir en la línea exponencial, no pueden acompañar este tipo de crecimiento o dejan vacíos que no se cubren y tal vez lo que se hizo y se hace, siguiendo el paradigma anterior, es presionar, presionar y presionar al recurso humano para lograr más. Sin embargo todo parece indicar que no es el único camino (y esto parece ser prudente), que hay que cambiar el paradigma y que los sistemas no tienen el efecto que se requiere, hay otros aspectos que hay que auscultar, paradigmas administrativos que hay que romper, dar cabida a nuevos paradigmas, ampliar la visión que tenemos de los temas, integrarnos en dinámicas distintas, y otros más. Entonces como corolario de lo anterior, el hombre y como consecuencia de sus capacidades básicas, se convierte en el factor de éxito más importante. Se menciona, que hace algunos años, un gran académico mencionó, “veo el mundo compuesto por tres grupos de interés (haciendo, obviamente una analogía): un hombre, una máquina y un perrito; la máquina para hacer todo lo que se requería (la informática estaba en su mayor punto en ese momento y prometía mucho más), el perrito para encender la máquina en la mañana y apagarla en la noche y el hombre…..para darle de comer al perrito. Sin embargo, como el mismo autor de la mención anterior lo menciona: cuanto nos equivocamos. La máquina no solo no nos reemplazó sino que nos catapultó a un lugar de éxito mas importante y vital, en donde la discrecionalidad y nuestra mirada holística, se convierten en “el factor” más importante y conjuntamente con ello los talentos que tenemos y los valores que debemos de cultivar.
Termino diciendo, los talentos son la expresión genuina de nuestra naturaleza y las podemos cultivar y los valores son, no solamente buenos sino hoy, tremendamente rentables. Considero que hoy que debemos de recurrir, paradójicamente, a nosotros mismos, para iniciar esta ruta exponencial que el mundo y las organizaciones hoy demandan.