Por Gustavo Yamada, Profesor de la Universidad del Pacífico
Vivimos en una era que genera conocimiento y nueva tecnología a ritmo exponencial. La computadora personal cumplirá 30 años recién este agosto. El teléfono celular, tal como lo usamos hoy, celebró sus primeros 20 años hace solo unos meses. Google tiene trece. Facebook se creó hace siete. Y es muy posible que todavía no se haya inventado el aparato (físico o virtual) que vayamos a utilizar todos en el 2021.
El reverso de esta moneda es la acelerada obsolescencia del conocimiento, que se está depreciando a razón de 20% por año. Esto significa que lo que un universitario aprendió de cachimbo prácticamente no sirve cuando ese joven está acabando su carrera. Otra implicancia es que un profesional que no se actualiza luego de haber dejado las aulas, puede quedar totalmente obsoleto en cinco años. ¡Hay que tener la actitud, flexibilidad y disciplina para aprender toda la vida!
Diez especializaciones, inimaginables hace unos años, que el Ministerio de Innovación británico prevé para el futuro cercano son:
- Relacionadas con la salud: 1) fabricantes de órganos corporales; 2) nanomédicos; 3) cirujanos para el aumento de memoria; 4) consultores de bienestar en la vejez (porque la vida se va a prolongar hasta pasados los 100 años).
- Relacionados con la agricultura y el clima: 5) granjeros transgénicos; 6) agricultores verticales (para cultivar en los techos de los edificios); 7) policías de modificación del clima (para evitar robos de escasas lluvias).
- Relacionados con la información: 8) organizadores del desorden virtual; 9) broker de cuentas de tiempo (lo que escaseará en nuestras vidas); y, 10) trabajadores sociales de las redes sociales (para atender a aquellos marginados de este mundo por no estar al día en la tecnología).
¿Están las universidades preparando al Perú para insertarse competitivamente en este mundo que viene? Los resultados del último censo universitario no son muy alentadores, salvo honrosas excepciones. Por ejemplo, sólo 21% de los catedráticos peruanos participa en alguna institución científica o cultural (lo que ha reducido 30 puntos en quince). Y solo 43% ha realizado alguna investigación en los últimos dos años. Por eso, un proceso riguroso de acreditación de la calidad de todas las instituciones de educación superior, con una mirada prospectiva y orientada a la empleabilidad de sus egresados, es una tarea urgente e impostergable.
Artículo publicado en el Diario El Comercio