Por Romina Paredes, Directora de Coach In House
¿Cuántas veces ha sido atendido por gente apática y carente de interés en lo que le pasa a usted como cliente? Lo más probable es que haya pensado muchas veces en cómo es que personas así tienen un puesto de trabajo. Veamos con un ejemplo qué hay detrás de estos casos.
Hace un par de años fui a un salón de belleza y la simpática señorita que siempre me atendía descansaba aquel día. Sin embargo una de sus compañeras, que llamaba mi atención por su apatía, fue la designada para atenderme. Por los servicios que tomé estuve cerca de hora y media con ella, tiempo suficiente para romper el hielo e iniciar una conversación o mejor dicho iniciar una terapia.
Luego de hacerle unas cuantas preguntas sobre los trabajos y las vocaciones, me dijo que se sentía presa en el salón de belleza, que los horarios de ese trabajo eran agotadores y la dejaban sin vida familiar. Y a modo de cereza que adorna el pastel, que a veces le incomodaba hacer algunas cosas como la pedicure y las depilaciones. ¿Se imagina? Me atendía una persona que no tenía un mínimo interés en lo que hacía.
Me contó que había estudiado para ‘dealer’ de casino así como algunos cursos de cosmeatría, pero cuando empezó a buscar trabajo (y vaya que sí lo necesitaba) no encontró nada en un casino, así que una amiga le propuso que fuera a trabajar al salón y en vista de la necesidad, aceptó. Empezó su calvario y el de las clientas por supuesto.
Se sorprendió mucho cuando le dije que con su historia había confirmado lo que suponía, que no le gustaba el trato con las clientas y que su incomodidad era notoria. Tan notoria que su estado de ánimo permanente era apático, característica que contrastaba con el ánimo de sus compañeras.
A pesar de eso, le dije que no iba a molestarme con ella y que creía que debía darse una oportunidad haciendo lo que le siempre había soñado: trabajar en un casino. Sugerí que dejara esa labor que no le satisfacía, que tomara vacaciones y en ese periodo dedicarse a buscar un nuevo trabajo. Un largo silencio cerró nuestra conversación.
Al cabo de unos meses que volví a este negocio, no la encontré. Me enteré que se había ido a trabajar a un casino, que salió de vacaciones y nunca más volvió.
Moraleja
Cuando se trata de puestos de primera línea de atención, no importa cuál sea el giro del negocio, a la gente debe gustarle lo que hace. Un buen servicio requiere entusiasmo y actitud positiva, un trato agradable con el cliente y vocación por el oficio que uno eligió. Si contamos con colaboradores que no valoran su función, que están con nosotros porque no tienen otra opción en el mercado y además no les gusta, nunca podremos brindar un servicio extraordinario.
Por eso es importante que antes de conocer a nuestros clientes, conozcamos a nuestros colaboradores, sus expectativas, sus sueños y reclutemos personas que ven una oportunidad de desarrollo en lo que ofrecemos. Evitemos el síndrome del “Estoy en el empleo equivocado”.