Por Luis Felipe Calderón Moncloa – Consultor en Cambio Organizacional y en Desarrollo Ejecutivo. Profesor Asociado ESAN
¿Por qué se van los mejores colaboradores?
Los gerentes y jefes con egos demasiado grandes suelen ser los principales motivos que llevan a los trabajadores talentosos a abandonar su centro laboral. Lo más difícil para estos «líderes» es darse cuenta de que ellos son el problema.
Cuando Pedrito, gerente general de una gran corporación, me preguntó «¿Qué debo hacer ahora que los mejores trabajadores de mi empresa se están yendo?», dudé en responderle con la verdad, porque una respuesta honesta no hubiese sido nada amable con él. Su pregunta demostraba que no había entendido nada y, por ello, no lo creí capaz de entender y, menos, de solucionar el problema que él mismo había creado.
Si Pedrito estuviese entendiendo el problema, se estaría preguntando más bien «¿qué debí hacer hace mucho tiempo para no llegar a este punto?» Sin embargo, lo creo incapaz de entender como está en este lío pues, para entenderlo, lo primero que debería hacer es reconocerse a sí mismo como el primer culpable de todo.
En el origen del problema encontraremos que su inmenso ego ha sido, a la vez, su principal virtud pero también su principal maldición. Gracias a este sólido ego se forjó la posición exitosa que tiene en la vida y eso no es poco decir. ¡Bien por él! Su gran ego fue sobrealimentado por su innegable inteligencia y por su costosísima formación en universidades peruanas y del extranjero.
Pedrito tiene, además, mucho mundo, habla varios idiomas, cuenta con una decidida y dominante personalidad y, por qué no decirlo, tiene un gran encanto para la vida social. Sin embargo, esos egos tan encantadoramente sobredimensionados tienen, al mismo tiempo, su lado oscuro: lindan con la soberbia y llevan a que sus mejores empleados y ejecutivos terminen dejándolo.
¿Cómo se llega a esta situación?
Solo comentaremos tres de estos mecanismos. Primero, que los gerentes generales soberbios suelen contratar gerentes y jefes con egos casi tan grandes como los suyos. Estos gerentes y jefes son los directos responsables de que los mejores trabajadores se vayan, porque crean un ambiente en el que todo debe girar alrededor de ellos y de sus necesidades narcisistas.
Los gerentes generales soberbios suelen contratar gerentes y jefes con egos casi tan grandes como los suyos.
El segundo mecanismo son las metas abusivas. Una de las formas más perniciosas en que los gerentes con egos desmesurados pretenden demostrarle al mundo lo maravillosos que son, es estableciendo y persiguiendo metas de crecimiento irracionalmente altas. Ello genera mucho estrés en la gente, los lleva a realizar jugadas poco éticas y cortoplacistas y, en el mediano plazo, suele llevarlos a fracasar. Este es otro factor por el que los mejores colaboradores se suelen retirar.
El tercer mecanismo, muy vinculado a los dos factores anteriores, es el cortoplacismo. Los gerentes de egos grandes suelen ser impacientes y necesitan alardear ante sus amigos -y ante sus enemigos- con resultados espectaculares, por lo que se enfocan en resultados de corto plazo y carecen de madurez para lograr resultados sostenibles y de largo aliento. Quieren satisfacer sus impulsos inmaduros «para ayer» y generan el retiro de sus mejores ejecutivos por obstaculizar los planes de desarrollo empresarial saludables que, siempre, son de largo plazo.
Si reflexionamos sobre estos tres puntos nos daremos cuenta de que, cuando a Pedrito se le están yendo los mejores, ya es demasiado tarde. Los errores cometidos son de fondo y se han incubado por muy largo tiempo, creando un ambiente del que muchos buenos empleados y ejecutivos necesitan escapar. ¿Cómo se enfrenta la deserción laboral en tu organización? Cuéntanos tu experiencia.