Por Álvaro Delgado-Aparicio (Perú), Presidente Ejecutivo APOYO Innovación Organizacional
¿Cuáles serán las empresas más innovadoras en los siguientes años?
Aquellas capaces de entender mejor el futuro que tienen por delante. Entendimiento que podría ampliarse creando o facilitando espacios lúdicos donde se intercambien distintas percepciones de la realidad, se fomente la imaginación y la creatividad; donde se puedan cometer errores, sin temor al fracaso o a la desaprobación; con el fin último de reflexionar sobre ellos y, así, descubrir nuevas oportunidades.
Sin embargo el desfase generacional dentro de muchas empresas obstaculiza el diálogo fluido. Esta brecha resulta palpable, por ejemplo, cuando le preguntamos a un ejecutivo que ronda los 50 años si cree que, en algún momento, las agencias bancarias ya no serán necesarias. La respuesta inmediata es que no. ¿Por qué? Porque la actividad bancaria está ligada a la confianza y se presume que la gente necesita ver agencias tangibles para poder confiar. Por el contrario, cuando les formulamos esta misma interrogante a profesionales entre los 20 y los 30 años, no dudan en contestar que, dentro de unos años, las agencias bancarias desaparecerán y todo se manejará virtualmente.
¿Qué nos muestra esta disparidad de respuestas? Que dentro de una misma organización conviven distintas maneras de percibir el mundo y, por ende, de percibir e imaginar el futuro.
Frente a esta disyuntiva, el reto que deberán afrontar las empresas que pretendan ser innovadoras consiste, precisamente, en intentar que las distintas visiones del mundo que conviven en su interior logren encontrar puntos de confluencia, se mezclen y se enriquezcan mutuamente. Y para ello, las organizaciones que faciliten un espacio, físico y emocional, donde prime un carácter lúdico y libre, en el cual la gente se sienta segura para jugar y donde sea tolerable fallar y aprender de los errores, haciendo posible el intercambio rico y provechoso entre las distintas generaciones, tendrán una clara ventaja.
Las empresas que logren manejar de una forma creativa esta brecha generacional serán las que mejor podrán renovarse e innovar.
¿Por qué elegir el juego como medio alternativo para manejar espontáneamente esta brecha generacional? Existen varias razones. Podemos empezar afirmando que una cultura empresarial que promueve y fomenta el juego es una cultura más tolerante frente a los errores, requisito necesario para la innovación. Por el contrario, en una cultura empresarial donde la gente siente temor, ya que se espera que actúe bajo ciertos parámetros y en una sola dirección, únicamente podrán generarse comportamientos “seguros” y casi “automáticos”. Así, mientras menos constreñidas se sientan las personas para actuar y gocen de mayor libertad, serán capaces de dar rienda suelta a sus emociones, imaginación y creatividad, elementos que resultan indispensables para obtener verdaderos cambios y transformaciones.
Pese a ello, aún hoy, la mayor parte de los directivos consideran que el juego es lo opuesto al trabajo y que se trata, más bien, de una actividad frívola destinada a llenar los espacios de ocio cuando no estamos concentrados en asuntos más serios.
Sin embargo, el juego sirve siempre a un determinado propósito y los estudios dirigidos a descifrar las implicancias de su rol en el comportamiento humano lo definen como una actividad que posee límites en el tiempo y el espacio, estructurada a través de reglas, acuerdos entre los jugadores, no coaccionada por figuras de autoridad y trazada sobre elementos de imaginación creativa.
Sabemos bien que el juego no es la única vía que puede emplearse para lograr transformaciones importantes dentro de una empresa, pero sí estamos convencidos del enorme potencial que posee para manejar las brechas generacionales que pudieran existir en su interior, requisito indispensable para el cambio.