Por Alberto Haito, Director de Arellano Consultoría
“He venido a trabajar, no a hacer amigos”. Esta frase se escucha de cuando en cuando en el trabajo, especialmente cuando se trata de alguien muy enfocado en resultados o cuando hay algún desencuentro entre un trabajador y otro. El tema de la amistad en el trabajo y su impacto en resultados es complejo, sin embargo como líderes debemos tener en claro qué tan conveniente es y qué debemos hacer al respecto.
Los estudios sobre esta materia presentan resultados ambiguos y hasta contradictorios cuando correlacionan la amistad en el trabajo con la productividad de la empresa. Y esto ocurre porque el tema es complejo y es influenciado por una serie de variables, empezando por la sociedad en que se desenvuelve la empresa, ya que hay sociedades que culturalmente son más “amigueras” que otras. Y, si nos referimos a cultura, debemos considerar que la empresa tiene la suya propia, la cual también influye en el nivel de relación entre los trabajadores. Y, por último, tenemos al trabajador como individuo, donde cada quien tiene una personalidad, siendo algunos más afines y otros menos al tema de la amistad en el trabajo.
El revisar los extremos puede acercarnos a una respuesta en nuestra empresa. Por un lado tenemos que niveles muy estrechos de amistad pueden llevar a un espíritu de cuerpo donde unos se protegen a otros, donde se busca el consenso y donde no se dan las discusiones y el conflicto constructivo tan necesarios en una buena organización. En el otro extremo tenemos que un ambiente de enemistad puede llevar a un trabajo tipo silos, donde cada quien hace lo suyo sin importarle lo que hagan los demás y donde hasta es posible que algunos entorpezcan el trabajo de otros.
Debemos tener en cuenta que la mayoría de personas pasa un tercio de su día en el trabajo, por lo que es natural que se formen amistades o que se den enemistades, siendo nuestra real labor como líderes lograr que nuestros trabajadores sepan diferenciar compañerismo de amistad y colaboración de complicidad. Finalmente, no es el tema de la amistad lo que caracteriza a las organizaciones de alto rendimiento sino más bien la confianza entre sus trabajadores, lo cual sí tiene impacto en los resultados.
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