Por Giancarlo Ameghino – Gerente de Gestión y Desarrollo Humano del Grupo Crosland
Para una compañía es clave contar con empleados competitivos y motivados que contribuyan al logro de los objetivos de la organización; lo cual no es tarea fácil.
Está comprobado que un trabajador motivado es mucho más productivo, asiste a su centro laboral más contento, aprovecha mejor el tiempo así como los recursos que se le asignan, e invierte todo el esfuerzo para alcanzar las metas de su puesto de trabajo.
Es frecuente encontrar que para muchas empresas la motivación de sus empleados está centrada en la parte económica y, por tanto, las estrategias para motivar a sus colaboradores se refieren al incremento de sueldos, prestaciones, o pagos extras.
Aunque también es cierto que cada vez más los empleados solicitan un mayor balance con los incentivos de tipo no monetario. El motivo es que la remuneración no económica es sinónimo de reconocimiento, un premio que muchas veces tiene mucho más valor para un trabajador que el propio dinero. Por eso, las empresas deben velar por conseguir un adecuado equilibrio entre la remuneración monetaria y la no monetaria.
Cuando encuentras al personal adecuado y consigues crear un grupo de trabajo eficiente, es necesario implementar un plan de incentivos para que su productividad se mantenga y el equipo de permanezca unido.
Antes de poner en práctica el plan de incentivos, conviene tener claro los siguientes aspectos:
- El objetivo real del plan de incentivos. Lo primero que tienes que hacer es meditar por qué vas a implantar este plan, si tu fin es motivar a tus empleados, hacer que se sientan más cómodos y valorados; mejorar su rendimiento, o retener el talento.
- Las conductas recompensadas. Puedes establecer diferentes recompensas en función de las conductas, o diferenciar entre reconocimientos grupales o individuales.
- Cuáles son los incentivos adecuados. Es fundamental que conozcas bien a tus trabajadores y que consultes con ellos qué tipo de incentivos son los más adecuados para alcanzar tus metas. De poco sirve que te propongas como incentivo un viaje cuando tu equipo prefiere salir antes los viernes, por ejemplo.
- La necesidad de revisar el plan de incentivos. El plan de incentivos debe ser evaluado de forma continua. Los gustos, las prioridades y necesidades de tus trabajadores pueden cambiar de un año para otro.
Al respecto, algunos de los incentivos no monetarios más comunes y mejor valorados son: Capacitación y entrenamiento; Mayor responsabilidad y empoderamiento; Familia y tiempo personal además de incentivos grupales como excursiones en grupo, banquetes o actividades de aventura, otros premios como un viaje o una sesión de masajes siempre son bien recibidos.
Por tanto, es importante recordar que Recursos Humanos y los líderes de equipo velen por que el trabajo de todos sus empleados tenga utilidad y sea concreto y visible. A pesar de todos los incentivos no económicos que estos puedan recibir, la mejor remuneración para un empleado es escuchar de su jefe un muy sincero ¡Buen trabajo!
Giancarlo Ameghino