La expansión del trabajo remoto transformó la competencia por el talento digital

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Por Alejandro Wasserman, VP de People, Culture & Practices de GeoPagos

“El software se está comiendo al mundo”, dijo Marc Andressen en 2011. La célebre frase del famoso inversor no sólo se mantiene vigente, sino que se fortalece día a día. Según un estudio de International Data Corporation, el 65% del PBI global será digital en 2022. Esto tiene muchos significados, pero uno de los más importantes es la creciente necesidad y demanda de programadores, desarrolladores, ingenieros y demás talentos digitales que son los que construyen el presente y futuro digital.

La pandemia aceleró este proceso repentinamente. La mayoría de las empresas debió incorporar desarrolladores internos o externos para crear soluciones web, mobile y de sistemas en general: desde la migración de sus archivos a la nube hasta la implementación de chatbots. En el retail, las soluciones de pagos digitales y de ecommerce crecieron asombrosamente. Detrás de esta arquitectura digital hay cientos de miles de personas con conocimientos y habilidades específicas. La competencia por ellos es cada vez mayor.

En América Latina, este proceso no es nuevo. La pandemia permitió que cayeran muchas barreras y hoy la competencia por el talento es global. Muchas personas ya no necesitan mudarse para trabajar en países como Emiratos Árabes, España o Estados Unidos, pues la universalización del trabajo remoto, al que muchas compañías vieron con recelo durante años, ya forma parte de la planificación orgánica de muchas de ellas, independientemente de las restricciones por el Covid-19.

En GeoPagos damos empleo a 200 personas en cinco países de América Latina: el 80% se encuentra en Argentina y además tenemos oficinas en Uruguay, Chile, Perú y México. Nuestro rápido crecimiento en apertura de mercados y lanzamiento de nuevos productos (como la solución Tap To Phone), nos ha impulsado a un vertiginoso crecimiento en personas: hace un año, éramos 100 y durante 2021 planeamos contratar un promedio de 80 personas más. La empresa está trabajando en una transformación organizacional que incluye la formación de un equipo que nos permita acompañar este boom en el uso de soluciones digitales de pagos que trajo la pandemia.

Además, en el rubro de los pagos digitales, es necesario asegurar buenos salarios, flexibilidad, beneficios. Pero eso es solo la base, lo que más valor agrega y lo que termina haciendo la diferencia es la calidad de los desarrolladores y la posibilidad de trabajar en proyectos que generen impacto. También es muy importante la posibilidad de aprender de y con otros. En ese sentido, como parte de la transformación cultural en toda empresa, es clave impulsar la rotación en diferentes áreas.

La capacitación es otro aspecto fundamental. Las empresas deben asignar un presupuesto para complementar la formación individual de sus trabajadores ya sea en capacitaciones o certificaciones.

Y es que las carreras individuales se cruzan con los objetivos de crecimiento de cada compañía. Por tanto, en sectores donde el ratio de rotación es muy alto, se requiere estrategias específicas para garantizar la solidez de una organización, por ejemplo, estableciendo una buena gestión del conocimiento. Es esencial, además, definir cuáles son los talentos clave dentro de la empresa, identificar quiénes agregan más valor hoy. Eso no significa enfocarse en “los mejores” sino mapear las posiciones críticas y ser proactivo para fidelizar a esos talentos clave. Aquí debemos ser muy creativos y flexibles. A medida que conocemos a las personas, entendemos qué necesitan para responder mejor. Por eso es fundamental tener una cultura muy abierta y transparente, así como potenciar la escucha activa.

Quizás este sea uno de los aspectos que más preocupan a la hora de pensar en la “nueva normalidad” y el trabajo remoto: cómo generar espacios de integración y el engagement de las personas con la organización. Desde nuestra experiencia, observamos que quienes ingresaron el año pasado y trabajaron 100% remoto valoran lo mismo que valorábamos todos los demás: una cultura abierta, cierta informalidad en el buen sentido, buena onda y cercanía. Seguramente debamos seguir ajustando los procesos de onboarding, mejorar las reuniones y hacer más eficientes determinados procesos. Pero la cultura sigue siendo la misma.


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