Por Eduardo Del Solar – Profesor de CENTRUM Católica
“La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo”.
Algunos sinónimos son: resistencia, fortaleza, estoicismo e invulnerabilidad.
Pero llevando el significado a nuestra cotidianidad. ¿Acaso la resiliencia significa tener una suerte de vocación por la santidad y soportar cualquier situación que se le pueda presentar? No lo creo, la verdadera resiliencia pasa por entender la situación que puede estar aconteciendo y confrontarla de manera inteligente y productiva.
Aunque hay circunstancias límite muy distintas entre sí, como perder un ser querido, quedarse sin trabajo o sufrir un accidente traumático; el tratamiento de las mismas, a mi entender, debería ser similar.
Primero aceptar el hecho. No hay nada que se pueda hacer en ese sentido. No existe fórmula mágica ni se puede viajar al pasado. Obviamente hacerlo no es fácil y requiere una capacidad de reflexión importante sobre este hecho.
Luego, aceptar el cambio como parte natural de la vida. Admitir que esta no es estática permite vivir aquí y ahora de manera más tranquila; disfrutar lo que se tiene, sin preocuparse de si se perderá o no.
Buscar darle vuelta a la situación, aunque obviamente no siempre se puede. Nunca se debe dejar de intentar esto último; hay innumerables casos de éxito. No obstante, cabe resaltar que en situaciones extremas se genera una energía única y especial, que canalizada correctamente, puede ser de gran ayuda para adaptarse y superar de manera eficiente situaciones similares.
Ser tolerante y flexible. ¿Cómo se logra eso? Muy fácil (o muy difícil, depende de cada uno), salga de su zona de confort. Esta es una acción que debe realizarse mediante aproximaciones sucesivas. Si se realiza rápida y violentamente con seguridad el resultado no será el esperado.
También ayuda ampliar su círculo de amistades y contactos de manera programada. Interactuar con personas distintas y entablar relaciones diferentes puede ser de ayuda en futuras situaciones adversas.
Ser autocrítico. ¿Estaré contribuyendo de alguna manera a esta situación tan difícil de aceptar? ¿Podría haber actuado diferente? ¿Busqué la ayuda adecuada? Siempre va a ser más fácil culpar al vecino o a la situación. La realidad es que usualmente el problema está en nuestro actuar y en cómo reaccionamos.
¿Nunca me va a volver a pasar algo así? No se sabe, la única seguridad que se debe tener es que la próxima vez se esté mejor preparado para enfrentar el hecho y obviamente tratar de evitar que se presente nuevamente. Esta acción solo va a ser posible si analizamos profesionalmente las distintas variables que se alinearon para que se haya dado esa situación en nuestra vida,
Aunque la resiliencia es importante, más valiosa aun es tener la actitud para cambiar el entorno que crea una situación retadora.
Los resultados siempre van a ser mejores cuando se actúa de manera racional. Nunca actuar por reacción ni aceptar una situación desfavorable como normal por costumbre o cansancio. Siempre se debe buscar el cambio para mejorar; el cambio siempre es bueno, aun cuando en ese momento no lo parezca.