¡Lo que sobra es el Talento!

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Por: José Pedro García Miguel
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“El talento es escaso”; “Hay que retener el talento”; “el peligro es la fuga del talento”….: frases cotidianas que a fuerza de repetirse se han convertido en axiomas, donde parece que ese talento es un bien poco habitual. De todas maneras, es normal que tengamos esta percepción.

¿Qué se puede esperar de un sistema donde la definición clásica de economía es “cubrir necesidades ilimitadas con recursos limitados”, y que sanciona el sistema de competitividad y consumo en el que estamos inmersos?

En definitiva: escasez, carencia, y por lo tanto lucha y disputa por aquello tan valioso por lo poco que hay: esta es la visión que hoy en general se tiene del talento.

Pero… ¿en verdad es cierto que el talento es escaso? ¿seguro? Primero: veamos qué entendemos por talento. Una definición bastante aceptada por los que entienden de estos temas se refiere a “aquel don natural que tiene una persona, que le permite realizar cosas y alcanzar resultados de una una manera fácil, sin apenas esfuerzo”. En definitiva, que viene en el “pack de serie” de esa persona. En cambio, al resto nos resultaría un importante trabajo el alcanzar lo mismo, en incluso pese a todo nos es inalcanzable. La otra persona es excelente en su desempeño, y nosotros, tal vez solo “buenos o muy buenos”.

Pues aquí lanzo este mensaje: Señoras y Señores, EL TALENTO NO ES ESCASO: EL TALENTO SOBRA, y está en todos los lados, por doquier. Pero esto solo es visible para quien sabe mirar.

¡Y esta cualidad sí que es escasa! Lo que falta, y en cantidades ingentes, son personas en general, y en particular líderes, jefes, empresarios, directores, directivos, responsables de personas, etc, que sepan mirar a otras personas. Pero mirar lo que anida dentro, no solo el exterior: estamos hablando del POTENCIAL.

Y este es el gran cambio que considero va a suponer el siglo XXI: el juzgar a los otros no por lo que han hecho, sino por lo que podrían llegar a hacer. Pero claro, para conseguir esta mirada limpia, hay que limpiarse por dentro. Porque para llegar a este punto es necesario confiar en las personas, creer en ellas. En definitiva, no en lo que se ve, sino en lo que no se ve.

Y si todos nosotros, y los líderes, y los que tienen a su cargo personas en las empresas, entrenaran esta cualidad, que es imprescindible para el nuevo siglo que está comenzando; descubrirían a su alrededor talento por doquier, múltiple, diverso, casi ilimitado, en cada persona que tuviéramos/tuvieran enfrente; en los equipos, en sus empresas…

Recuerdo cuando trabajé en el pasado por cuenta ajena (bastantes veces, y para diversas empresas de sectores variados), que solo en un caso tuve conciencia de estar desarrollando y utilizando mi auténtico potencial. Y esto se debía, sobre todo, a que como casi siempre, un jefe me apoyó, confió y creyó en mi incluso más que yo mismo. En el resto de los casos, me limité a hacer mi trabajo correctamente, a ganarme el sueldo, y punto. Una vez más, circulaba como un wolkswagen polo, aunque dentro había un Ferrari.

¿Cuántos recursos, talento, energía, capacidades, ilusión e ideas estamos dilapidando en las empresas por no saber leer a las personas? Posiblemente ya no se trate de leer, sino de “querer leer”. Porque no queremos hacerlo en muchos casos. Da miedo: confiar en los otros es un riesgo y da miedo; hacer aflorar el potencial de los otros da miedo (¡qué amenaza a mi estatus); y sobre todo, mirar a la gente con estos ojos implica un potente trabajo interior de cambio, y a la postre , de modificación completa del paradigma de de cómo dirigir empresas y personas. ¡Y eso cuesta, y mucho!: esfuerzo, autoconocimiento, aprendizaje, humildad y autocrítica y acción. Y de esto ¡sí estamos escasos!

Si nos tomáramos la molestia de indagar en el talento de cada ser humano, desde nuestros hijos a nuestros compañeros de trabajo, a las personas de nuestro entorno cotidiano; si nos rigiéramos mucho más mirando el posible potencial del otro, y no tanto evaluación del desempeño, produciríamos casi magia. Aquella persona que “no era para tirar cohetes”, con el apoyo necesario, en el sitio adecuado y haciendo aquello para lo que está dotado naturalmente, se convierte en un activo muy importante, en alguien muy rentable, en una fuente de soluciones de ideas, y sobre todo en una persona mucho más realizada, plena, autónoma y comprometida, que siente que confían en ella y que devuelve confianza.

Así que ¿qué te parece si nos dejamos de frases hechas y de lemas cómodos? El talento sobra y está ahí, para quien sepa mirar, o quiera hacerlo, y se atreva a verlo, y a currárselo. Y no es un camino fácil: nuestro ego y prepotencia (al fin y a la postre, inseguridad en uno mismo) la falta autoliderazgo y sobre todo, la presencia sistemática y continuada del miedo a casi todo, se interponen una vez más. Pero merece la pena. Creo que mucho. El talento nos está esperando, y está ahí. De hecho, podemos empezar a reconocerlo en nosotros mismos.

¿Cuáles son tus 3 talentos principales? ¿los usas?

“En la gran orquesta del universo, cada uno de nosotros hemos venido a tocar un instrumento en especial, en el que encontraremos la excelencia”

Te animo a que mires más allá de la tapa del libro, y veas el diamante que ya está dentro de cada uno de nosotros, de todos. Es un ganar-ganar genuino y poderoso, y va mucho más allá de lo que es evaluar qué somos capaces de hacer: es un modelo de ver el mundo, mucho más acorde con la época que vivimos, y potenciador de las personas, y de las relaciones poderosas y potenciadoras entre ellas. ¡Nos abrimos al “no limits”! y algo mucho más humano y enriquecedor.

Te invito a que en los próximos días cuando veas a alguien, en vez de juzgar rápidamente, te hagas la siguiente pregunta: ¿qué se esconde detrás de la fachada? ¿Cuáles serán sus talentos y su grandeza? Te aseguro que será una experiencia enriquecedora. ¿Te atreves?

Comentarios:

 

#1 12:30:48 | 2010-03-19, Publicado por: Ana Belén

 

Comparto las mismas ideas. Muchas veces los procesos de selección dejan afuera a personas que tienen mucho potencial y dejan entrar a personas "por lo que han hecho", sin darse cuenta de lo que están dejando pasar delante suya sin inmutarse.


Comentarios