No hay salario que compense un mal jefe ¡Indentifícalo antes!

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Por Ernesto Rubio – Gerente General de Ronald Career Services Group

Hace algunos buenos años, en el desarrollo de mi carrera corporativa, me pasó un suceso muy aleccionador.  El no solo medir o aceptar un cambio, valiéndome meramente por el buen ingreso y los beneficios que me otorgaba otra gerencia general en una renombrada Multinacional.

Había llegado a este proceso, invitado por una firma global experta en estos reclutamientos, cuando ocupaba otra gerencia general.  En síntesis, el paquete sobrepasaba poco más del 35% y abarcaba dos países de la región.  Era económicamente interesante para mí.  El proceso de reclutamiento tomó 5 meses de entrevistas.  Finalmente, fui el elegido y acepté la oferta.

Sin embargo, no tuvieron que pasar ni dos meses para comprobar que, si no veía las sillas rodar por los aires en las reuniones corporativas, francamente, faltaba poco.  La humillación pública a colegas por demás respetables y muy profesionales, desbordaba por la mala forma y poco trato del irracional jefe que teníamos para toda la región.

No quisiera ahondar más en el tema, porque viene al caso solo para graficar un desagradable hecho que me sucedió durante mi trayectoria y del que no salí bien parado; pero espero que al que me esté leyendo, no le suceda, ya que nadie está libre realmente.  Esto generalmente sucede cuando solo reparamos en el aspecto cuantitativo (Salario base por encima del promedio, bonos, stock options, car company y seguros) u otros aspectos aparentemente no tan relevantes, como el buen trato y valores personales del futuro jefe que tendremos.

Creo que uno tiene que vivirlo en carne propia para percibir y comprobar que aquel denominado “salario emocional” es verdaderamente más relevante y, por ende, rentable en cualquier nueva relación laboral.

Pasé solo poco más de un año con la compañía y, lamentablemente, bajo el mando del irracional personaje que me tocó como jefe.  Su trato fue altamente desagradable, autoritario y hasta violento.  No se lo deseo a nadie realmente.  Sobre todo, porque nadie está libre de que eso le pase en algún momento de su carrera. A mí me tuvo que pasar en vivo y en directo para recién tomar real conciencia del valor cualitativo de los trabajos corporativos y algunos cargos gerenciales.

¡Evítelo!
Algunas señales y precauciones: 

  • Un buen lugar es donde no solo se le ve al colaborador como un empleado, sino como persona, con una vida fuera del trabajo. Si en la entrevista te están tratando como una pieza intercambiable, prende tus señales de alerta; por ahí no te conviene esa empresa.
  • Evalúa a tus entrevistadores, analiza todo lo que puedas de la organización, cultura, costumbres, perfiles de su gente. Pregunta con tacto, pero, sobre todo, inteligencia.
  • Realiza un verdadero contrato psicológico al cerrar tu proceso de contratación. Esto es, confirma qué es lo que esperan de ti, sí a los 90 días o a un año.  Lista previamente tus requisitos innegociables (familia, viajes, horarios extemporáneos, vacaciones, otros); éstos son tu Salario Emocional resumido.

Ser feliz en un trabajo no solo depende de hacer lo que a uno le gusta, ni solo con una buena paga; son más importantes otros aspectos críticos, como el respeto, la equidad, ética, buenas formas y, en general, clase corporativa.

Pero lo puedes evitar, siempre que te prepares y negocies con el debido cuidado (e inteligencia).

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