Por Rafael Pinna Valera, Orbi Consultores
Uno de los temas que he observado como consultor de varias empresas energéticas es que la mayoría de sus colaboradores, aunque siendo muy buenos técnicamente, tiene serias limitaciones en el desarrollo de las competencias “soft” (liderazgo, comunicaciones, desarrollo comercial, negociación, etc).
Cerca del 90% de las compañías del sector están conformadas por ingenieros, lo cual es lógico. Sin embargo, es importante considerar que el ingeniero tiende (y esto es importante precisar….”TIENDE”) a ser una persona esquematizada y analítica, orientada hacia la objetividad. Y es que no solo nace con un hemisferio izquierdo desarrollado, sino que además, a lo largo de su vida ha reforzado, tanto, durante sus estudios escolares como en los universitarios. Los ingenieros por el contrario, tienden a tener un hemisferio derecho (que es donde se establece los aspectos de creatividad, cambio e innovación) menos desarrollado que el izquierdo (Que tiene que ver con orden, estructura, planificación, lo analítico).
La tendencia entre las personas de este tipo es a preferir el trabajo individual que el de equipo, adicionalmente tienen una debilidad con respecto al desenvolvimiento de sus emociones. Mi experiencia me ha enseñado que los ingenieros están más orientados a resolver sus propios problemas (técnicos, por supuesto) en lugar de compartirlos o a permitir que personas diferentes puedan brindar soluciones. Al ingeniero le es muy difícil presentar sus ideas, si es que antes no han pasado por un proceso de riguroso análisis en su cerebro; si la idea no prospera en su cabeza, sencillamente la descarta y por los tanto no la presenta al equipo (quien podría recibir esta idea como una ayuda a la solución). Asimismo, no suelen dar prioridad a las propuestas innovadoras, ya que normalmente estas rompen esquemas y ellos se manejan dentro de estos. Tampoco le dan mucha importancia a las relaciones sociales.
Todo esto no quita que haya ingenieros super creativos, de mente abierta, pero mi experiencia me ha mostrado que no son muchos.
Cuando una organización está llena de personas de este tipo, tiende a ser muy conservadora, poco proclive al cambio y con una debilidad en la capacidad de innovación. El riesgo es que la competencia innovadora gane y la empresa pierda, lo cual no constituye una preocupación cuando hay posición de dominio del mercado o monopolio natural como suele suceder en el sector energético. Aunque no debemos perder de vista a los clientes que cada día se hacen más y más exigentes en el servicio.
Otro gran riesgo es una muy mala relación con la comunidad, hasta el punto en que un proyecto pueda no concretarse. Una compañía minera o de energía en la fase de exploración suele enviar primero topógrafos, geólogos o ingenieros geólogos que van a cumplir un objetivo determinado. No está en el horizonte de estos profesionales establecer una relación armoniosa con la comunidad. Cuando he conversado con personas de diferentes comunidades me han comentado que: “….los ingenieros que llegaron primero no explican bien”. Llego a la conclusión que para los primeros técnicos que llegan a tener contacto con las comunidades, estas son solo un dato medido en número de habitantes, más que una barrera fundamental para el desarrollo del proyecto. Probablemente sea esta una de las razones por las que estas empresas suelen tener tantos problemas para obtener las licencias sociales.
¿Qué hacer al respecto?
La universidad debe obligarse a desarrollar materias que contribuyan a desarrollar la creatividad de los jóvenes, especialmente de los ingenieros, teniendo como prioridad el tema relacional. La currícula universitaria debe tener como uno de sus objetivos desarrollar el hemisferio derecho del cerebro de los estudiantes.
La universidad y la sociedad deben abrirse mentalmente. Existe mucho prejuicio cuando se trata de escoger carreras universitarias. Si un joven decide estudiar literatura, historia, arqueología o sociología, suele recibir un cargamontón por parte de familiares y amigos acerca de la desacertada decisión que ha tomado. Pero aquel joven que quiere ser ingeniero o contador es visto como una persona centrada, que sabe lo que quiere en la vida.
Pero donde debe haber un esfuerzo mayor es en las organizaciones empresariales. Estas deben propender a ser equilibradas partiendo de reconocer el desequilibrio que tienen al contar con tantas personas orientadas en su mayoría a lo racional y lo esquemático. A manera de contrapeso, los líderes pueden ser personas más creativas, orientadas a la innovación. Y para profundizar este proceso, los equipos deben ser capacitados utilizando diferentes herramientas como coaching, mentoring, desarrollando las competencias “soft” y, todo aquello que propenda a tener una perspectiva más vinculada al tema relacional.