Por Nadeem Ali Najarali, Executive Director – IO Group
En el año 2004 Tim O’Reilly acuña el concepto de Web 2.0 y con ello marca el inicio de la denominada Web Social, donde todos somos productores y consumidores de contenidos (Prosumers). Siete años después nuestra realidad es muy distinta; las redes sociales se transformaron en un fenómeno globalizado, modificando aspectos tan fundamentales de nuestras vidas como son la comunicación y el aprendizaje.
Probablemente usted ya dispone de un perfil en una red social. ¿Es usuario frecuente de Facebook, My Space, Ning, Twitter o Linkedin? ¿Utiliza herramientas como Slideshare, Youtube o Twitcam? Seguramente, al igual que la mayoría, dedica más de una hora diaria a fortalecer y ampliar sus redes sociales. ¿Cómo llegó a esto y por qué?
El ser humano es por naturaleza un ser social y en este sentido la necesidad de retroalimentación y el deseo de pertenecer a un determinado grupo social (entendiendo este como una agrupación de dos o más personas que interactúan en torno a un propósito o interés común), es uno de los principales motores de cambio en el mundo real y también en el virtual.
Diariamente las redes sociales reciben 1,5 billones de visitas, donde 47% de los usuarios pertenecen a una comunidad asociada a alguna marca y un 30% accede a ellas a través de un dispositivo móvil. Estamos presenciando un intercambio de experiencias en tiempo real sin precedentes, al cual no podemos ser indiferentes. [1]
En el 2010 eMarketer[2], consultora de investigación de marketing digital, reveló que por primera vez en Estados Unidos la inversión en publicidad online superó a la inversión de publicidad impresa. Lo anterior exige reflexionar no sólo respecto al crecimiento exponencial de los usuarios, sino también a la importancia de analizar su comportamiento y generar los mecanismos para responder en tiempo real a sus necesidades utilizando redes sociales.
Aprender, desaprender y reaprender en la organización
Hoy el medio de creación, almacenamiento, distribución y análisis de información por excelencia es Internet. El uso estratégico de este canal para el posicionamiento de marca, aprovechando la experiencia del usuario, puede hacer la diferencia entre su organización y la competencia. No hay publicidad más efectiva que un usuario recomendando un determinado producto o servicio. Es ahí donde se concentra el poder de las redes sociales.
La socialización de la experiencia, sin embargo, no sólo puede generar cambios importantes fuera de las organizaciones, sino también dentro de ellas. Aún cuando el uso primario de las redes sociales se sustenta en el intercambio de opiniones, la diversión o la promoción personal, el desafío está en dar el siguiente paso y adoptarlas corporativamente como herramientas para crear nuevos entornos de aprendizaje, fomentar la comunicación, la transferencia entre colaboradores y generar la renovación de productos, servicios y procesos, impactando positivamente en el negocio.
Si tomamos como antecedente el estudio realizado el 2010 por Trend Micro, donde fueron encuestados más de 1600 colaboradores en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Japón, podemos apreciar un porcentaje de uso de redes sociales en el trabajo cercano al 24%. Lo anterior es una gran oportunidad para la generación de nuevas ideas e iniciativas de mejoramiento e innovación, capitalizando el uso de las mismas.[3]
Es el momento de aprovechar la convergencia tecnológica y adopción por parte de los usuarios, generando nuevos canales de comunicación e instancias de intercambio que posibiliten el aprendizaje informal y permanente, donde las jerarquías y la dispersión se diluyan; dando paso a la organización 2.0.
1 “Wave 5”. Universal McCann.
2 “La inversión publicitaria en Internet supera por primera vez a la de la prensa” Diario El Mundo.
3 América Economía.