Por Patricia Llaque Gálvez – Profesional de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Máster en Neuropsicología Clínica y Máster en Ciencias Cognitivas
Cómo será el futuro del trabajo se ha convertido en uno de los principales temas de debate en la actualidad. Tal como reflejan muchas investigaciones, existe un desencanto progresivo de las personas con su situación laboral actual, acompañado de preocupantes niveles de estrés y ansiedad relacionados con los efectos que la ubicua Inteligencia Artificial pueda causar en el entorno de trabajo.
Y es que, sin duda, la globalización y la disrupción tecnológica traen consigo el rediseño del trabajo, la redefinición de los puestos y la revisión de los modelos de competencias con el fin tanto de aprovechar las crecientes capacidades de la automatización como también de ofrecer a las personas trabajos de calidad que aporten mayor valor.
Como respuesta, los trabajadores debemos estar preparados para embarcarnos en una carrera profesional «polimorfa», sustentada en la formación y reciclaje continuos. En estos tiempos de cambios constantes es difícil contar con una perspectiva clara, de largo plazo sobre los pasos a seguir para dar forma al trabajo que queremos en un futuro cada vez más digital. Lo que sí resulta evidente es la necesidad de reconsiderar cómo pensamos y cómo organizamos nuestros procesos de aprendizaje para poder hacer frente a un futuro incierto.
Confiar en la planificación tradicional para el desarrollo de nuestra carrera profesional ya no garantiza el éxito en este nuevo entorno donde los avances tecnológicos, las necesidades de los consumidores y los modelos de negocio ya no son ni obvios, ni inalterables. Nos movemos, en muchos casos, en territorios intangibles. Por todo ello, debemos adoptar un enfoque menos estructurado, así como ejercitarnos en ser flexibles y ágiles porque muchas de nuestras proyecciones no funcionarán o no lo harán de la manera prevista.
Repensar o analizar el futuro, bajo este nuevo prisma, significa asumir que existen varios futuros posibles, distintos escenarios, a los que podemos dar forma. Un diseño menos rígido y con base en la experimentación y la retroalimentación nos permite navegar por todas aquellas alternativas, decidir más objetivamente y establecer prioridades más realistas. Asimismo, un enfoque test-and-learn nos enfrenta a nuestras asunciones y sesgos abriéndonos camino a nuevas y distintas perspectivas y formas de pensar.
Y es que todo ello es parte indiscutible del talento, ese tan preciado y disputado objeto de deseo. Tener talento implica haber desarrollado flexibilidad, agilidad, autonomía, autoliderazgo, curiosidad, en definitiva, una mentalidad de superación que conlleva el aprendizaje continuo, y con ello, el cambio estratégico.
Y todas ellas son cualidades fundamentales en un mercado, donde existen pocas ocasiones para ser contratado hasta el final de la vida laboral, o donde la formación in-house es insuficiente para seguir escalando peldaños en la escalera del éxito profesional dentro de la misma empresa. Muy por el contrario, en la actualidad, cada vez encontramos más personas que desarrollan sus carreras de forma independiente, por lo que la formación y la promoción también deben gestionarse de una manera más autónoma.
Para empezar, pues, a diseñar nuestra carrera profesional es importante contar con un marco de trabajo equipado con distintas metodologías y herramientas que nos permitan prospectar estratégicamente y nos faciliten asumir el rol de agentes activos, co-creadores de nuestro «futuro». Este marco de referencia nos abrirá la puerta a una cultura de exploración y experimentación, con el fin de abordar cambios más profundos.
Para ello es necesario un enfoque integrador, que nos facilite el profundizar en los verdaderos retos que afrontamos como profesionales con el fin de avivar la imaginación y el pensamiento y crear, desde la diversidad y la multidisciplinariedad, nuevas oportunidades de valor real, mejorando la toma de decisiones sobre los cambios laborales y enfocándonos en la búsqueda del puesto de trabajo adecuado que nos permita avanzar hacia una carrera profesional exitosa.
Analizar y trabajar sobre el futuro nos acerca a un mejor entendimiento de los procesos del cambio, propiciando el reconocimiento de patrones que favorezcan extraer mayor conocimiento y, por ende, reducir la complejidad. Mapear pasado, presente y futuro de manera crítica, cuestionando supuestos conocidos y abordando formas alternativas para desarrollar nuestra carrera profesional nos permitirá influir de manera más decisiva en ella.