Por Jacqueline Oyarce Cruz – Doctora y profesora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
En las últimas semanas está dando vueltas por la cabeza de miles de docentes universitarios una gran duda: ¿qué plataforma es mejor para dar clases ahora que parece que el 2020 será definitivamente no presencial en el sistema universitario peruano?
Webex, Meet, Teams, Zoom y muchas otras plataformas en línea que existen en el mercado tienen características propias, cuentan con diseños modernos, son altamente intuitivas y, sobre todo, permiten realizar videoconferencias en tiempo real. Pero ¿esto es lo único que buscamos los docentes cuando pensamos en una herramienta para trabajar el proceso enseñanza-aprendizaje?
Sin duda, la capacitación en el uso de plataformas digitales tiene como objetivo influir en la calidad educativa impartida en una universidad, pero este proceso debe involucrar, además, una capacitación pedagógica que contemple indicadores de la denominada “calidad educativa”. Aquí podríamos mencionar no solo enseñanza, aprendizaje, sino también estrategias, técnicas, métodos que permitan el buen desarrollo de las clases y la mejora continua del proceso educativo.
Cabe precisar que una competencia es una macro-habilidad que es la suma de tres saberes: saber conocer, saber hacer, saber ser. Es decir, si un profesor asegura que está trabajando en competencias ello significa que enseña saber conocer + saber hacer + saber ser. A ello Unesco añade “saber convivir” que, en el caso del Perú, país en el que se registra la existencia de 47 lenguas originarias, significaría preparar mejor a los estudiantes en el ámbito de la interculturalidad.
Todo ello conduce a fortalecer nuestro trabajo en relación con la educación “no presencial” que, de acuerdo con Sunedu, consiste en que “el estudiante no comparte el mismo espacio físico con sus pares y docentes, por tanto, la enseñanza se realiza a través de medios digitales y tradicionales. El usuario consulta las fuentes de modo autónomo a fin de adquirir conocimientos, competencias y actitudes”. En este sentido las plataformas virtuales se convierten en un nuevo y necesario entorno laboral.
Es en este nuevo entorno digital de trabajo en el que vamos a desarrollar contenidos conceptuales (la teoría), procedimentales (la práctica) y actitudinales (los valores). Si no hacemos práctica entonces no estaríamos trabajando por competencias. Y esa práctica es la que debemos motivar en un escenario que está mediado por la interfaz.
Todo el proceso de enseñanza se convierte entonces en un gran desafío que no podemos dejar de enfrentar si es que estamos plenamente conscientes de que vivimos en el siglo de la Sociedad del Conocimiento, cuya característica esencial es el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Entonces, ¿cuál es la mejor plataforma para trabajar?
Formulamos una propuesta: es aquella que se adecúe mejor al proceso de enseñanza que el docente universitario, haciendo uso de su libertad de cátedra, considere útil y necesaria según la materia que imparte; aquella plataforma digital que reúna las mejores condiciones para el desarrollo de sus cursos, le permita desplegar sus habilidades, transmitir mejor el conocimiento y fomentar la meta-motivación entre los estudiantes para que, una vez terminada la clase, ellos mismos sigan investigando sus temas, porque simplemente han entendido que madurez y autonomía van de la mano, y que son el mayor valor en este siglo XXI.
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