Para muchos el trabajo es uno de los ámbitos más propicios para que surja una relación afectiva entre dos personas. La cantidad de horas que se pasa en él y la interacción constante con los compañeros de trabajo estimula, sin duda, la amistad, pero asimismo las relaciones de pareja.
Sea en reuniones, almuerzos, viajes, fiestas de la empresa o, simplemente, en cualquier momento de la dinámica laboral, la flecha de Cupido puede atravesar la atmósfera corporativa y trastocar las relaciones puramente laborales de las personas.
Para comenzar, hay que tener presente que el trabajo, como cualquier lugar que reúne a personas conocidas y desconocidas, es un punto de encuentro donde la comunicación y socialización están presentes.
«Naturalmente, algunos al conocerse pueden interesarse mutuamente y establecer relaciones sentimentales. Yo no diría que el trabajo es un lugar especial de encuentro, más bien es un lugar más», afirma Jorge Becker, Country Manager de ILM.
No obstante, cuando una relación amorosa se inicia en el trabajo puede tener repercusiones en el desempeño laboral de las personas involucradas y en la empresa. Ciertamente, es un tema que suele ocasionar inquietud en los directivos de la organización y en los mismos trabajadores.
Las repercusiones
En principio, el entorno laboral tiene como principal propósito el desarrollo de actividades que contribuyan al logro de los objetivos de la organización en sintonía con los proyectos de desarrollo de carrera de cada uno de los colaboradores. Por eso, algunos sostienen que lo ideal es que la dimensión sentimental se mantenga al margen del ámbito laboral. En el mundo real, sin embargo, no siempre es fácil mantener separadas ambas esferas.
Empero, la coincidencia de lo sentimental y lo laboral no necesariamente es negativa. Pilar Quinteros, Gerente General de PQ Talent & Change Management, señala que, cuando se trata, por ejemplo, de una relación de pareja entre compañeros que comparten similar motivación, los protagonistas pueden, entre ellos, impulsar la excelencia, el desarrollo de competencias y la competitividad, cuidando no confundir los escenarios y teniendo un objetivo común compartido.
También puede ser positivo en la medida que, para llamar la atención del otro (o para sentirse admirado), una persona se esfuerce para «brillar»; pero, a decir de Jorge Becker, esta situación no suele perdurar por mucho tiempo.
«Ahora, si pensamos en un negocio propio, la ventaja puede estar en una mayor comprensión de la realidad laboral, uno del otro, y una mayor complicidad entre ambos, fortaleciendo la relación laboral y familiar», indica Jorge Becker.
Aspectos negativos
En opinión de Marisa Coello, Gerente General de Smart People, las relaciones de pareja en el trabajo generalmente no son saludables para la organización ni para el equipo. La frecuencia con que suceden puede estar matizada por las políticas de la organización y el respeto de las mismas por parte de los colaboradores.
«Las pocas veces que he tenido la oportunidad de conocer a integrantes del equipo que decidieron mantener una relación de pareja en el mismo centro de labores, no fue algo positivo», declara Coello.
El riesgo que existe, desde esta perspectiva, es que se puede llegar a desvirtuar la naturaleza de la dinámica de trabajo en el interior de la organización. Por ejemplo, Marisa Coello explica que cuando la relación de pareja dista mucho de ser una relación armoniosa, el impacto en el clima laboral puede severo, obligando al resto del equipo a realizar un esfuerzo adicional para evitar conflictos con las personas que participan de la relación.
Alto riesgo
Si entre la pareja no existe una relación jerárquica laboral directa o una interdependencia directa de resultados, los riesgos son, en general, acotados. Pero, si existe una relación jerárquica, los peligros sí pueden ser elevados.
Entre los principales riesgos, Jorge Becker señala la posibilidad de encubrimiento de un bajo desempeño, el desarrollo de prácticas fuera de los lineamientos éticos de la empresa o el deterioro de resultados cuando la relación de pareja se rompe o entra en crisis.
No hay duda que el escenario se vuelve más complejo cuando se establece una relación entre una persona que es jefe directo del otro. «Esto puede generar confusión en el desenvolvimiento del día a día ya que existen responsabilidades propias del rol de liderazgo como dar lineamientos, feedback, decidir promociones, evaluaciones, salarios etcétera, las cuales pierden objetividad cuando existen emociones personales asociadas», explica Quinteros.
Por lo tanto, el clima laboral del área puede ser afectado por la menor imparcialidad percibida al momento de aplicar reglas para definir premiaciones, promociones o puniciones a miembros del equipo. Es una reacción casi natural que las personas del entorno cercano se sientan preocupadas por la posibilidad de inequidad en las oportunidades y reconocimientos de la pareja con menor nivel jerárquico.
«Tener parejas con relación jerárquica directa ofrece mayor posibilidad de problemas, sea por protección o agresión mutua, según el momento que atraviesa la relación amorosa. Por lo tanto lo más recomendado es evitarlo», sugiere Jorge Becker.
En estos casos, la empresa puede evaluar la posibilidad de colocar a cada uno en un equipo distinto, asegurando impulsar el desarrollo individual y el ambiente de trabajo del grupo.
Las políticas
Son esas repercusiones (tanto positivas como negativas) las que han animado a muchas empresas a desarrollar políticas –o prácticas– en torno a las relaciones de pareja en el trabajo; las mismas que dependen, en gran medida, de la cultura organizacional y los comportamientos que la organización desea reforzar.
Las empresas que apuntan a desarrollar un entorno de trabajo de confianza, respeto y productividad, animan a los colaboradores a sostener comunicaciones abiertas y empáticas en general. Respecto a las relaciones de pareja, invitan a los colaboradores a informar, a través de los jefes directos o del área de Recursos Humanos, si sostienen una relación de pareja en el trabajo.
«De esta manera la empresa se asegura de evitar alguna situación que represente un conflicto de intereses, respetando la intimidad y privacidad de las personas», comenta Pilar Quinteros.
En algunos casos se establecen reglas específicas que comprenden hasta incluso las relaciones que devienen en matrimonio. Jorge Becker refiere el caso de empresas que no permiten parientes directos, por lo que en casos de matrimonios entre colaboradores, uno de ellos se ve obligado a retirarse de la compañía.
Establecer lineamientos
Otras no se oponen a los matrimonios, siempre que las parejas no trabajen en la misma área o no tengan relación jerárquica directa. Es más, hay empresas que no se inmiscuyen en absoluto a las relaciones sentimentales.
No obstante, siempre lo más adecuado es que el área de gestión de personas establezca lineamientos o políticas claras al respecto.
«Si todo está claro desde el inicio, las personas se adecuan. Los inconvenientes aparecen cuando nunca se dijo nada y de repente se quieren establecer reglas que hacen que las personas se sientan perjudicadas o perciban que sus derechos fueron violados», indica Jorge Becker.
Pilar Quinteros sugiere contar con un código de conducta que exprese los valores y las normas de comportamiento de la empresa. Una especie de guía para los colaboradores que complemente la orientación que la empresa proporciona a través de los distintos canales de comunicación. De esta manera la compañía se asegura de contar con un protocolo estándar.
En el Perú
De hecho, son en las grandes organizaciones donde es más común encontrar reglas claras respecto de las relaciones de pareja en el trabajo. La norma más común es limitar las relaciones cuando exista dependencia jerárquica o cuando haya interdependencia directa en los involucrados.
Más que una preocupación por partes de las empresas, Jorge Becker constata que son más bien normas que apuntan a asegurar que las personas puedan establecer relaciones sentimentales que los permitirá construir lazos sólidos, siempre que respeten algunos lineamientos básicos. «En general me parece que dichos lineamientos son saludables para todos», sostiene Becker.
Distinto es la situación en las pequeñas y medianas empresas, las que, en general, no cuentan con políticas sobre el tema y lo manejan caso a caso, según se vayan presentado. Para Jorge Becker, esta manera de afrontar las circunstancias puede eventualmente generar sentimientos de injusticia o perjudicar el negocio.
Sin duda, la peor estrategia es ignorar o negar la situación. Por el contrario, si existen reglas, y éstas están claras desde un inicio, las relaciones sentimentales que afloren dentro del ámbito laboral serán más fáciles de ser manejadas y gestionadas.