Universidad corporativa: la mejor aliada de la estrategia

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Diego Mazo
CEO
iSolutions
Enrique Pizarro

Director
Universidadcorporativa.com
Oscar Belloso

Rector Fundador y Presidente
Urbe Internacional

Cada vez más empresas están apuntando a una gestión estratégica del aprendizaje, con el objetivo de potenciar su competitividad. En este sentido, la universidad corporativa se torna extremadamente útil, pues alinea el conocimiento, capacidades y destrezas de los colaboradores con los objetivos estratégicos del negocio. Pero, ¿para qué tipo de empresa se recomienda? ¿Cómo y en qué momento implementarla? ¿Qué metodología utilizar? ¿Cómo sacarle mayor provecho?

El concepto de universidad corporativa nació en los años 90. Se trata de una institución que las organizaciones establecen en su interior con el propósito de alinear el proceso de aprendizaje con la estrategia de la organización.

Según Diego Mazo, este modelo identifica, en primer lugar, el conocimiento y capacidades propias de la organización, es decir, aquellos factores que la hacen competitiva. Enseguida, alinea los procesos y las personas con ese conocimiento y capacidades, con lo que la empresa logra potenciar aún más su competitividad.

«La educación es la mejor opción para transformar y enriquecer las vidas de las personas y la sociedad en su conjunto. Por eso, a través de personas educadas y alineadas, las empresas pueden volverse más competitivas», afirma Diego Mazo, CEO de iSolutions.

Para Enrique Pizarro, director del portal Universidadcorporativa.com se trata de una institución educativa privada que responde a necesidades puntuales y anhelos de la empresa que decide montarla.

«Las compañías que desarrollan este tipo de instituciones, son aquellas que ven en la educación de sus miembros una clara manifestación de crecimiento, desarrollo de las personas y compromiso con la sociedad», señala Pizarro.

Por su parte, Oscar Belloso, rector fundador y presidente de Urbe Internacional, señala que la universidad corporativa es un sistema de gestión del conocimiento que apunta a mejorar el desempeño del talento humano teniendo en cuenta la estrategia de la compañía.

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En suma, se trata de una estrategia para gestionar el conocimiento de la organización y alinear al personal con las competencias que necesitan para desempeñarse en cada cargo.

Múltiples virtudes

Las ventajas que ofrece la universidad corporativa son muchas. Acaso la más inmediata es que promueve el conocimiento y las destrezas que requiere la organización entre todos los colaboradores. Sin duda, posibilita aprovechar al máximo el conocimiento que tiene la organización.

La virtud más evidente, enfatiza Diego Mazo, es que permite alinear al personal con el conocimiento clave de la organización.

«La universidad corporativa ayuda a que los colaboradores desarrollen rápidamente las destrezas y conocimientos que demanda la organización», complementa Oscar Belloso.

Ciertamente, a decir de Enrique Pizarro, la universidad corporativa es un factor clave para el desarrollo de liderazgos, formación de equipos de alto rendimiento, así como la estandarización y democratización del conocimiento. Otras ventajas son la profesionalización de los procesos, comunicación de calidad, comprensión de los clientes, elevación de los desafíos y análisis objetivo de errores y riesgos.

Además, no solo dota de mayor flexibilidad a la organización, también es fuente de ventajas comparativas y estratégicas y, sin duda, desarrolla y potencia las competencias de los colaboradores.

Diego Mazo explica que, en la medida en que la gente domina el conocimiento básico de la operación del negocio –eso que hace diferente a la empresa respecto de los demás–, estimula la innovación, el desarrollo de nuevos productos, nuevos procesos, mejora el servicio al cliente o mejora algún punto en el cual la empresa no tiene competitividad como tal.

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Potencia la gestión humana

Las organizaciones que están desarrollando el concepto de universidad corporativa, usualmente poseen modelos de gestión humana, de desarrollo y crecimiento personal muy atractivos. Elementos que, junto con la universidad corporativa, ayudan a las personas a crecer en el tiempo y a volverlos más competitivos.

«Al fin y al cabo las organizaciones son las personas que la conforman. Por lo tanto, si no se potencia el capital humano y sus competencias, difícilmente una organización va a poder crecer», refiere Diego Mazo.

En general, todas las empresas que consideren la formación de su capital humano como factor clave para la generación de valor agregado pueden implementar el modelo de universidad corporativa. Sin embargo, se recomienda especialmente para aquellas empresas que han demostrado viabilidad en el mercado, no así para las que recién están empezando.

Se constata que, en el mundo, sectores de todo tipo han recurrido a esta modalidad de formación. Sin embargo, a decir de Enrique Pizarro, aquellas empresas que tienen contacto a diario con sus clientes y aquellas que desean perfeccionar las habilidades comunicativas de su personal, son las que en la actualidad están marcando la diferencia.

Momento adecuado

Ahora, el momento adecuado para desarrollar una universidad corporativa depende de cada organización y está ligada a muchas variables. Enrique Pizarro advierte que, en cualquier caso, se debe evitar la moda de «querer parecer».

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Como cualquier instancia educativa, desarrollar una institución de este tipo demanda tiempo y recursos, por tal motivo, Pizarro, sugiere, primero, plantearse una serie de interrogantes: ¿necesita la compañía una institución educativa propia?, ¿puedo suplir la universidad con otra instancia?, ¿qué beneficios se obtendrán de una universidad corporativa? y ¿se cuenta con metas claras y recursos ciertos para encarar este desafío?

«No está de más aclarar que si la empresa atraviesa una etapa difícil o de crisis no es el momento más oportuno para embarcarse en un proyecto de ésta magnitud que requiere de todo el compromiso de la gerencia y del personal de la compañía», añade Pizarro.

Al comienzo es posible que exista la preocupación porque la empresa pueda perder su foco y se convierta también en una academia. Diego Mazo señala que eso no va ocurrir, pues hay que entender que la universidad corporativa es una forma de sistematizar y transmitir el conocimiento propio de la empresa a todas las personas que la conforman para, de esa manera, poder crecer y sostenerse en el tiempo.

Análisis oportuno

Siempre es oportuno realizar un ajustado diagnóstico para descubrir si es el mejor momento para llevar adelante el proyecto, si se cuenta con los recursos necesarios (tiempo, profesionales idóneos, herramientas, infraestructura, entre otras). Asimismo, se debe indagar acerca de cuál es la visión del personal al respecto y cómo se espera que impacte esta decisión en el desarrollo de la compañía.

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«Al poner sobre la mesa todas estas cartas, veremos si nos conviene apostar en esta mano o pasar a una próxima partida», comenta Enrique Pizarro.

Resuelto las dudas y habiendo llegado a la conclusión que es conveniente crear una universidad corporativa, es esencial que, primero, la idea se presente dentro de la gerencia o dirección como una oportunidad de mejora continua.

Antes de embarcarse en un proyecto de gran envergadura, Diego Mazo sugiere, por su parte, empezar con un proyecto piloto que permita verificar que el modelo funciona y que es posible aplicarlo en toda la organización. Entonces, se puede emprender un proyecto pequeño e ir creciendo progresivamente.

«Se puede comenzar con un área en particular, una sucursal o una pequeña subsidiaria, para luego hacerlo extensivo a toda la organización», aconseja Mazo.

Hacerlo de esta manera tiene la ventaja de no incurrir, desde el principio, en montos elevados de inversión. Si se recurre a un consultor, es importante que éste se acomode a las necesidades de la organización.

Lo más costoso de este tipo de emprendimientos es llevarlo adelante sin la adecuada formación o sin haber sopesado el monto de la inversión. Por ello, insiste Enrique Pizarro, es importante realizar una correcta planificación y evaluación de la situación de la empresa antes de embarcarse en un proyecto de esta magnitud.

Metodología

Respecto de la metodología, las universidades corporativas pueden utilizar diferentes modelos, dependiendo de las necesidades que tenga cada organización.

En opinión de Enrique Pizarro, la metodología que se escoja siempre debe estar en sintonía con la misión y visión que motivó la creación de la universidad corporativa. Eso implica tener una concepción amplia de qué se pretende conseguir, en qué circunstancias reales se sitúa la organización y con qué medios cuentan.

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«La regla general es que todas las metodologías son buenas, pero resulta fundamental saber y poder ponerlas en contexto. Retomando el concepto de la “moda” desde aquí aconsejamos no atarse a priori a metodologías y tecnologías por el mero hecho de “ser la novedad”», advierte Pizarro.

Cuando existe dispersión geográfica de los colaboradores, la metodología e-learning, por ejemplo, constituye una alternativa muy adecuada. Si se trata de conocimientos técnicos o el desarrollo de habilidades para grupos más pequeños, puede ser más conveniente el aprendizaje experiencial.

Las universidades no deben recurrir a una sola metodología, sino definir cuál es la mejor para cada caso particular.

A partir de eso se empieza a construir las diferentes mallas curriculares, los planes de carrera y todos los demás elementos. Ciertamente, refiere Diego Mazo, una de las cosas que debe garantizar una universidad corporativa es que haya claridad en los planes de carreras y que estén bien definidos cuáles son esas mallas curriculares que requieren cada cargo o posición.

Desde la perspectiva de Oscar Belloso, casi siempre se combinan actividades presenciales y virtuales, por lo que la tecnología es particularmente fundamental.

Alianzas y convenios

No es imprescindible realizar alianzas o convenios con universidades o institutos. Existen universidades corporativas que son totalmente manejadas por la propia organización. También, es común tener proveedores externos, que ayuden al desarrollo y diseño de ciertos cursos y materias.

«Ciertamente, se puede llegar a establecer una alianza con una institución educativa para apuntalar el desarrollo y profesionalización de los colaboradores», anota Diego Mazo.

En tanto, Enrique Pizarro, recomiendan las alianzas cuando la universidad corporativa está en su etapa inicial, ya que todo aporte de experiencia será de gran ayuda.

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No hay que perder de vista que a la empresa le interesa una formación que se adecúe a su realidad específica, que se adecúe a sus políticas, a su forma particular de hacer las cosas que lo diferencian de otras organizaciones. Posee un conocimiento propio que es preciso que se apropie, para que cualquiera que se incorpore a la organización sepa cómo se hacen las cosas o cómo se resuelven los desafíos en esta empresa en particular. Ahí se funda la necesidad de la universidad corporativa.

Los consultores

Como no es especialidad de las organizaciones crear instituciones educativas –a menos que se desenvuelvan en el mercado educativo–, para sacar adelante una universidad corporativa se recomienda acudir a una consultoría externa. Pues, las empresas consultoras ya tienen definido una metodología, cuentan con experiencias previas y siempre están verificando las mejores prácticas del mercado.

Si bien se recomienda recurrir a la consultoría externa, hay que decir que la organización puede valerse de sus propios directivos, formándolos y preparándolos para concebir, diseñar y desarrollar el proyecto de universidad corporativa. Sin embargo, hay que advertir que no tiene mucho sentido preparar a un grupo de personas para un trabajo que se va a hacer una sola vez.

«Por eso, resulta conveniente buscar expertos que permitan acompañar a la organización para crear y establecer la universidad corporativa», subraya Diego Mazo.

Las empresas consultoras pueden también cumplir un rol clave, como aliados externos, en determinadas etapas por la que atraviesa la universidad corporativa, por ejemplo, ante una fusión empresarial y la necesaria alineación del personal que ella demanda.

«Cuando se recurre a los consultores se debe, esencialmente, a la necesidad de orientación específica que permita franquear una etapa conflictiva o de alta incertidumbre y también para brindar asesoramiento en cuanto al rumbo que dicha institución educativa puede tomar», opina Enrique Pizarro.

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Interés creciente

Las oportunidades y desafíos que enfrentan las empresas que operan en un mercado abierto y muy competitivo, como es la plaza local, está incentivando a más empresas a gestionar la formación como una variable estratégica. Por eso, en los últimos años ha crecido el interés de las empresas por las universidades corporativas.

Son más las compañías que están preguntándose cómo formar mejor a su talento humano, cómo alinearlos con la estrategia y, en general, cómo todo esto puede hacerlas más competitivas a nivel global. Lo que queda claro es que sin educación eso no va a ser posible.

«Ahí es donde la universidad corporativa juega un papel crucial, especialmente en el desarrollo e implementación de la estrategia competitiva de la empresa», sostiene Diego Mazo.

Finalmente, para Enrique Pizarro, los motivos que llevan a los empresarios a interesarse por este modelo son variados. Por ejemplo, algunos muestran un interés genuino en la formación del personal; pero, también están aquellos que adoptan este modelo ante la necesidad de no perder terreno en un mercado que cada día demanda más profesionalismo y calidad.

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