Entendemos por un equipo de trabajo al conjunto de personas que comparten una visión en común, que tienen habilidades complementarias y cuyas tareas generan sinergias variadas.
Pero, ¿Cuáles son esas habilidades y actitudes que deben guiar a una persona para poder trabajar y hacer exitoso un equipo de trabajo? Tatiana Parodi, Consultora Asociada de LHH DBM Perú, comparte los siguientes aspectos:
- Conocer cuál es la identidad del equipo y misión común: Conocer cuál es la mística, valores y cultura del equipo de trabajo, cómo se interrelacionan. Solo de esa manera podrán definir cómo trabajar en el día a día. Se debe asegurar que esos valores sean el respeto y reconocimiento a las competencias diferenciadas de cada uno.
- Tener claro los qué, cuándo, quién y cómo: Los qué y cuándo son lo primero, qué cosa tenemos que hacer, cuáles son los objetivos a cumplir y cuándo tenemos que terminar esta tarea. El quién es, mirando estas habilidades complementarias y fortalezas de cada uno, definir, designar y proponer roles y funciones que cada uno tenga que asumir, y el cómo no significa decirles cómo tienen que hacer su trabajo, sino abrir y crear espacios de debate y aportes de mejora en cada paso del proceso. Cada miembro del equipo debe saber que puede participar y opinar con libertad, estar seguro que sus aportes serán siempre valorados y validados. Al debatir y discutir de manera sana en cada uno de los espacios de trabajo, se irán creando forman dinámicas, distintas y disruptivas para saltar los obstáculos que se presentan en el camino.
- Habilidad de retroalimentación positiva que a su vez contempla otras dos habilidades: la empatía y la asertividad. Ser asertivo es decir las cosas que tenemos que decir con respeto, tratar de no vulnerar nunca las emociones y sentimientos de la persona cuando estamos conversando sobre sus oportunidades de mejora. Esta es la mejor habilidad para poder guiar a un equipo de alto desempeño.
- Es vital seguir transmitiendo alegría, optimismo, entusiasmo y energía. De nada sirve que le preguntemos al equipo cómo va, y le digamos que cuente con nosotros si el pesimismo nos acompaña o estamos permanentemente desbordados emocionalmente. Vivir en permanente oscuridad aleja a las personas y puede convertirse en el mayor interferente para sostener conversaciones sanas entre los miembros del equipo. El optimismo realista aporta energía, alegría; es la gasolina del equipo y sostiene la motivación. La confianza, expectativas y resultados mejoran cuando nos guían personas luminosas, que rompen barreras, que no temen lo adverso porque pueden ver salidas y soluciones en cada paso.
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