9 hábitos de jefes que obligan a los colaboradores a renunciar

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Cada vez es más frecuente escuchar a los jefes o gerentes de una empresa quejarse de que sus mejores empleados renuncian y no entienden el por qué. 

Los responsables de la empresa tienden a culpar de sus problemas a todo lo que está bajo el sol mientras ignoran el quid del asusto: la gente no quiere deshacerse de su puesto de trabajo, lo que quiere es deshacerse de su jefe.

En ese sentido, es necesario entender qué cosas hacen los jefes que acaban con la paciencia de los trabajadores cualificados y motivan a que estos últimos decidan buscar nuevos horizontes.
 
El portal estadounidense Business Insider, realizó una lista con los malos hábitos que tienen muchos jefes que provocan renuncias dentro de una empresa:
 
  • Cargan a los empleados con demasiado trabajo

Nada quema más a los buenos empleados, que el exceso de trabajo desproporcionado. Es tan tentador mandar el trabajo más difícil a los mejores trabajadores que los jefes suelen caer en la trampa. Los empleados sienten como si se les estuviera castigando por hacer bien su trabajo.

Una investigación de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) demuestra que la productividad por hora desciende notablemente cuando se exceden las 50 horas laborales semanales, y la productividad cae tanto al pasar las 55 horas semanas que prácticamente no se obtiene ningún beneficio de trabajar más.

Si se tiene que aumentar la cantidad de trabajo que están realizando los empleados con más talento, lo mejor es aumentar también su estatus dentro de la empresa. Los empleados cualificados asumirán grandes cargas de trabajo, pero no se quedarán en la empresa si su puesto les asfixia poco a poco. Los aumentos de sueldo o los ascensos son buenas maneras de incrementar también la carga de trabajo.

  • No reconocen las aportaciones de los trabajadores ni recompensan el trabajo bien hecho

A todo el mundo le gusta que le feliciten, sobre todo a aquellos que trabajan duro y dan todo de sí mismos. Es necesario que los jefes se comuniquen con sus trabajadores, averigüen qué tipo de cosas les hacen sentir bien (en algunos casos, un aumento; en otros, el reconocimiento público) y los recompensen por el trabajo bien hecho.

  • No se preocupan por sus empleados

Más de la mitad de las personas que dejan su puesto de trabajo lo hacen por la relación que tenían con su jefe. Las empresas que actúan con más inteligencia se aseguran de que sus directores sepan mantener un equilibrio entre la profesionalidad y la humanidad. Este tipo de jefes son los que celebran los éxitos de sus empleados, empatizan con los que lo están pasando mal y estimulan a sus trabajadores. Los jefes que no lo hagan tendrán unas tasas de rotación muy altas.

  • No cumplen sus promesas

Comprometerse a algo con los empleados coloca a los jefes en la fina línea que separa la felicidad de los trabajadores de su renuncia a la empresa. Cuando un jefe se compromete a algo, la opinión que tienen los trabajadores de él mejora, ya que le perciben como alguien honesto y digno de confianza (dos cualidades muy importantes en un buen jefe). Pero, si no lo cumple, el jefe se convierte en alguien insensible, falso e irrespetuoso. Después de todo, si el jefe no cumple con sus compromisos, ¿por qué deberían hacerlo los demás?

  • Contratan y ascienden a la gente equivocada

Lo que quieren los trabajadores con talento es trabajar con profesionales que estén a su altura. Cuando los jefes no hacen un buen trabajo a la hora de contratar personal, los trabajadores cualificados pueden sentirse desmotivados por tener que trabajar con ciertos compañeros. Ascender a la gente equivocada es incluso peor. Alguien que trabaja duro se siente insultado cuando ve cómo ascienden a otros que no se esfuerza como él. Esta es una de las razones que hacen que los empleados dejen el trabajo.

  • No dejan que los trabajadores persigan sus pasiones

Los empleados con talento son personas apasionadas. Dar a los empleados la posibilidad de desarrollar sus pasiones aumenta su productividad y su grado de satisfacción en el trabajo. Pero muchos jefes quieren limitarse a trabajar según lo establecido. Estos jefes tienen miedo de que se produzca un descenso en la productividad si dejan a los trabajadores expandir su foco de atención y perseguir sus intereses. 

Hay estudios que demuestran que los empleados a los que se permite entregarse a sus pasiones en el trabajo experimentan un estado mental de euforia que les hace ser cinco veces más productivos que de costumbre.

  • No sacan partido a las habilidades de sus trabajadores

Cuando se pregunta a los jefes sobre la falta de atención a sus empleados, intentan excusarse utilizando palabras como «confianza», «autonomía» y «atribución de poder», lo cual no tiene ningún sentido. Los buenos jefes son los que tienen el control, independientemente de lo cualificados que estén los trabajadores a su cargo. Además, prestan atención a sus trabajadores y están constantemente escuchándolos y haciendo críticas constructivas.

Si se cuenta con trabajadores con talento, es asunto del jefe encontrar áreas en las que puedan aprovecharse o mejorar sus habilidades. Los empleados mejor cualificados quieren que haya feedback, así que el trabajo del jefe también consiste en hacer críticas constructivas.

  • No tienen en cuenta la creatividad

Los buenos empleados buscan mejorar todo lo que tocan. Si se les impide cambiar y mejorar las cosas solo por el mero hecho de que al jefe le incomoda la situación, acabarán odiando su trabajo.

  • No plantean desafíos para el intelecto de los trabajadores

Los buenos jefes estimulan a sus empleados pidiéndoles que intenten conseguir logros que en un primer momento parecen inconcebibles. Ponen el listón de los objetivos muy alto para hacer que los trabajadores salgan de su zona de confort.

Una vez hecho esto, los buenos jefes hacen todo lo posible por contribuir al éxito de sus trabajadores. Cuando los trabajadores inteligentes y con talento ven que están llevando a cabo tareas demasiado fáciles o aburridas, buscan otro trabajo que desafíe un poco más su intelecto.

Fuente: Gestión 

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