En una jornada laboral se puede presentar una serie de elementos perturbadores, tales como malos hábitos, reuniones inútiles y distracciones, los cuales impiden a los profesionales aprovechar al máximo su tiempo de trabajo, y a su vez reducir su rendimiento.
Sabe decir “no”
Las conversaciones triviales con los compañeros son otra peligrosa fuente de distracción. Y es que la facilidad para socializar se vuelve en contra del trabajador cuando se trata de sacarle el máximo provecho a la jornada laboral. Para ello, se sugiere decir “¿te importa si lo comentamos en el descanso, que ahora debo terminar algo?’ Así le estaremos marcando los límites y dejará de intentarlo.
Tampoco es cuestión de permanecer las ocho horas seguidas trabajando, porque el cuerpo y el cerebro necesitan tomarse pequeños descansos para refrigerarse; es imprescindible para poder seguir desarrollando nuestras tareas con normalidad.
Los problemas llegan cuando esas pequeñas pausas se descontrolan. Muchos profesionales viven prácticamente esclavizados por su teléfono móvil. El característico bip de un mensaje entrante de WhatsApp o de una notificación de Twitter actúa como un resorte para el cerebro, de tal manera que resulta casi imposible no abandonar lo que se esté haciendo para atenderlo.