Muchos jefes carecen de presencia ejecutiva y de fundamentos básicos para comunicarse y dirigir personas de una manera eficiente. Tener un alto cargo no le da derecho a un jefe de ofender y provocar a sus empleados.
El líder de hoy debe ser lo suficientemente inteligente como para saber cuándo está cruzando la línea. Desafortunadamente, muchos jefes no han madurado como líderes y ofenden a sus empleados con demasiada frecuencia.
El liderazgo exige ser consciente uno mismo de sus acciones y los efectos que dichas acciones tienen sobre los demás. Los empleados quieren que su jefe muestre aprecio por sus esfuerzos, que valore sus contribuciones y les proporcione un entorno donde puedan desempeñarse de la manera más natural posible. Esto puede parecer idealista, pero los empleados tienen algunas expectativas básicas de sus líderes y, cuando no se cumplen, comienzan a perder el respeto y la confianza.
Según un artículo publicado por el portal de la revista Forbes, estos son nueve casos en donde los empleados se sienten menospreciados y ofendidos:
1. No aprecian sus esfuerzos
Los jefes que son desagradecidos con sus empleados tendrán dificultades para estimular su compromiso. A algunos empleados les cuesta mucho encajar adecuadamente en su lugar de trabajo y lo último que necesitan es un jefe que los ofenda al no tener consideración de sus intereses y no apreciar sus esfuerzos.
Los empleados quieren jefes que aprecien sus habilidades y les brinden libertad para exponer sus ideas en beneficio de la organización. Cuando los jefes son desagradecidos, esto limita a los empleados en plasmar sus pensamientos y llevar a cabo sus proyectos de una manera auténtica.
2. Falta de reconocimiento y respeto
Muchos jefes aún quieren ser el héroe de la película. Prefieren buscar maneras de conseguir todo el crédito sin reconocer el mérito de sus empleados, incluso cuando se lo han ganado legítimamente. El verdadero liderazgo es acerca de cómo involucrar mejor a las personas y desarrollar todo su potencial. Esto es difícil de lograr cuando los jefes no dan a sus empleados el reconocimiento y respeto que se merecen.
Por ejemplo, muchas veces los jefes pueden “robar” las ideas de sus empleados. “Robo” puede ser una palabra demasiado fuerte, pero sin duda no les dan suficiente crédito por el valor de sus ideas e ideales. Entonces ¿Cómo esperan los jefes que sus empleados tengan un espíritu emprendedor si no se les da el reconocimiento que se han ganado – y como resultado se desmoralizan aún más por no ser respetados?
¡No hay excusa para ser una sanguijuela! Los jefes deben recordarse constantemente a sí mismos que para que ellos avancen, deben servir y hacer avanzar a otros.
3. Crítica constante
Hay jefes que no reconocen ni respetan a sus empleados y luego están los jefes que se les va la mano y constantemente critican y difaman a sus empleados. He sido testigo muchas veces de jefes que carecen de la presencia ejecutiva y visión de negocios necesarias para justificar una posición de liderazgo. Estos son los jefes que nunca van a admitir la culpa hasta que las circunstancias los obliguen –y entonces culparán a sus empleados (además, tienen la costumbre de hacer esto delante de los demás).
Los jefes tienen que dejar de echar la culpa a los demás y empezar a ser más valientes. Los empleados se sienten ofendidos cuando sus jefes carecen de madurez y constantemente los culpan de sus carencias de rendimiento.
4. Cuando los jefes esperan que los empleados sean como ellos
Los empleados no son marionetas, necesitan ser pensadores independientes que apoyen los objetivos, mejores prácticas, valores y misión de la organización. Eso significa que los jefes deben capacitar y alentar a sus empleados a pensar, actuar y desempeñarse en formas que les resultan más naturales para ellos.
Muchos jefes tienen el hábito de guiar y entrenar a sus empleados para que sean como ellos. Si bien los empleados podrían querer emular ciertas cualidades de sus jefes, deben hacerlo como apoyo a su propio estilo. Los jefes necesitan comprender mejor y tomar más en serio la diversidad de pensamiento -y esto empieza por no sentirse amenazado por aquellos empleados que buscan su propia identidad.
5. Hipocresía
Muchos se hacen de la vista gorda respecto a la hipocresía mientras tengan éxito como jefes. La hipocresía es una de las muchas razones por las que alguien no debería estar en una posición de liderazgo. Esto demuestra que carecen de la madurez, la sabiduría e inteligencia para saber que su éxito depende de la confianza y el respeto de los demás.
Cada vez es más común que los jefes digan a sus empleados que están comprometidos con una cosa y luego hacen otra. Ellos parecen estar demasiado concentrados en sus propias agendas en lugar de usar su influencia de forma responsable para avanzar en las agendas de los demás y la organización a la que sirven.
6. Delegar demasiado o no lo suficiente
Cuando los jefes delegan demasiado, pueden creer que están capacitando a sus empleados; y cuando no lo hacen lo suficiente, pueden pensar que están reduciendo al mínimo sus habilidades y capacidades. Es un equilibrio delicado que puede llevar a los jefes, sin saberlo, a crear una tensión negativa con sus empleados, creando fronteras y barreras en lugar de cultivar relaciones.
Los empleados que disfrutan pasar tiempo con sus jefes ven este momento como una oportunidad de entrenamiento y desarrollo. Cuando los líderes delegan demasiado o muy poco, empiezan a derribar puentes de compromiso y oportunidades de capacitación para sus empleados, lo cual añade sal a la herida pues ellos empiezan a sentir que están siendo dejados de lado.
7. Exceso de control
Cuando los jefes controlan excesivamente a sus empleados, les están diciendo que no ellos son capaces de cumplir con los estándares de desempeño requeridos. En lugar de una comunicación transparente, están dando indirectamente un mensaje que les falta confianza en el conjunto de habilidades de sus empleados y su capacidad para realizar y entregar los resultados requeridos.
Este estilo de liderazgo llega a cansar y aburrir, especialmente cuando los empleados comienzan a notar que los líderes lo utilizan muchas veces como una forma de cubrir su falta de conocimiento o comprensión acerca de un tema en particular.
8. Manipulación
Nada hace que los empleados pierden el respeto más rápido que cuando los jefes utilizan tácticas de manipulación para lograr mayores niveles de rendimiento. La manipulación es una táctica de motivación a corto plazo que puede hacer más daño que bien – especialmente cuando se usa con frecuencia y está diseñada para ofrecer un beneficio unilateral.
Los empleados se sienten menospreciados, desmoralizados y ofendidos cuando sus jefes tratan de jugar con ellos en lugar de liderar de manera que todos se sientan como parte de los proyectos de la organización.
9. Cuando no valoran a los empleados
Aunque los ocho puntos anteriores aluden al hecho que los empleados no se sienten valorados, esto merece su propia categoría. La incapacidad de un jefe de valorar a sus empleados – sin importar jerarquía o rango – es lo que más ofende a los empleados. Cuando los jefes no permiten a sus empleados participar en decisiones importantes, o cuando no se les pide que den sus opiniones y comentarios, los empleados se sienten devaluados y tienen todo el derecho a sentirse ofendidos.
En el mundo laboral de hoy en día, los jefes deben aprender todo sobre el negocio que dirigen.Cuando ellos no son conscientes de lo que está pasando en la “primera línea de batalla”, a veces no aprecian ni valoran las complejidades y la dinámica que enfrentan sus empleados en el día a día. Esto es algo que puede ser bastante desalentador e insultante para cualquier empleado.