Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que al día, 7.500 personas fallecen por causas relacionadas al trabajo, de ellas 1.000 son por accidentes laborales y otras 6.500 mueren por enfermedades profesionales.
Así, al año, suman más de 374 millones de personas que fallecen por accidentes generadas en su ámbito de trabajo.
A nivel mundial, esta cantidad de personas fallecidas por causas del trabajo aumentó de 2 millones 330 mil personas en 2014 a 2 millones 780 en el 2017. En concreto, el 31% de las muertes a causa del trabajo se deben a enfermedades del sistema circulatorio, un 26% a cánceres de origen profesional, y un 17% a las enfermedades respiratorias.
La organización multilateral resaltó que «esta problemática no solo afecta al trabajador, sino también a la productividad de las empresas; provoca interrupciones en sus procesos de producción y obstaculiza su competitividad».
Conectividad laboral
Por su parte, la experta de seguridad y salud Manal Azzi destacó que el 36% de los trabajadores trabaja más de 48 horas semanales debido a un incremento de la conectividad. «Trabajan con diferentes medios, como teléfonos o computadoras portátiles que se pueden llevar a todas partes. Internet está disponible para todos, y las llamadas telefónicas globales, las llamadas de Skype permiten la conectividad de las personas en todo momento», explicó.
Además indicó que «una de las consecuencias de esta hiperconectividad son los efectos en la salud mental que afecta al balance entre la vida laboral y la de fuera del trabajo ya que no hay descanso». «Cada vez más se pide una mayor entrega a las personas; no tienen tiempo para descansar mentalmente o tener otras ocupaciones o tiempo para sus actividades de ocio», indicó Azzi en este sentido.
Debido a esto, la OIT propone que los responsables políticos y otras partes interesadas deberían dar prioridad, en primer lugar, a realizar mayores esfuerzos para prevenir los nuevos riesgos para la seguridad y la salud relacionados con el trabajo.
Asimismo, reforzar las normas internacionales y las legislaciones nacionales laborales, una situación que requiere una colaboración más estrecha entre los gobiernos, los trabajadores y los empleadores.