Muchos gerentes generales contratan personas que, en ocasiones, parecen cumplir con todos los requisitos académicos y profesionales que se exige para ocupar una determinada posición dentro de la organización.
Sin embargo, a los pocos meses se descubre que esas personas han cometido actos deshonestos que representan una gran pérdida económica para la compañía.
Muchas personas piensan que los fraudes cometidos por empleados se deben únicamente por razones económicas Sin embargo, no es así.
Las razones pueden ser muy diversas: problemas familiares, vicios o adicciones, ambición desmedida, resentimiento hacia la empresa o el aprovechamiento de una oportunidad; ninguna es excusa para que un individuo cometa un delito.
Algunos expertos se atreven a asegurar, incluso, que los negocios pierden más debido a los robos cometidos por los propios empleados, que por la suma de robos y atracos cometidos por ladrones externos.
Señales de alarma
Muchos empresarios que han sido víctimas de malversaciones, se sorprenden al descubrir que empleados que aparentaban ser leales y de confianza fueron los responsables del fraude y es que como dice el refrán: “Caras vemos, corazones no sabemos”.
Es importante que los gerentes generales sean observadores, ya que, a veces, la conducta de las personas los delata. Son como señales de alarmas que requieren ser atendidas de inmediato. Por ello, es necesario estar atento cuando un empleado:
- Suele ser visitado por muchos cobradores.
- Habla constantemente de problemas económicos.
- Viste o lleva un estilo de vida que no va acorde con su salario.
- Pide dinero prestado constantemente.
- Compra compulsivamente.
- No quiere despegarse de su puesto de trabajo un segundo.
- Se muestra incómodo ante preguntas sobre procedimientos.
- Habla de sus constantes visitas al casino.
- Entra y sale constantemente de la empresa con bolsas grandes.