El amor por el trabajo puede convertirse en una adicción y provocar enfermedades

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Que el trabajo puede llegar a producir adicción es algo que muy pocos saben. Hasta hace unos años, incluso se consideraba que una persona absolutamente dedicada a su trabajo y capaz de dejarlo todo por sus obligaciones laborales, era alguien que merecía cierto respeto.

Si lo observas detenidamente quizá veas que también tiene una apretada agenda para el fin de semana y que casi nunca se toma unas vacaciones. Probablemente se trata de un «laboroadicto» o workalcoholic, término inglés que funde las palabras work (trabajo) y alcoholic (alcohólico), y que resume la adicción al trabajo.

No es difícil comprender cómo se puede llegar a depender de tal forma del trabajo si se analiza su papel en nuestra sociedad. La cultura actual premia al trabajador diligente con dinero, prestigio, es por eso que se ha desarrollado una especie de culto al trabajo.

Los adictos al trabajo, (también llamados ergoadictos) no suelen alcanzar la productividad de otras personas, a pesar de que siempre parecen muy ocupados. Los efectos realmente nocivos se producen a largo plazo.

En los comienzos de su carrera, el ergoadicto suele ser el típico “chico para todo”. Pronto asciende en la empresa, pero hacia los 45 años se queda estancado. Sufre estrés crónico, a menudo se da a la bebida o a las drogas como antídoto, discute con su pareja, se aleja de sus amigos. Así, dedica cientos de horas a su desesperado esfuerzo por mantener su falsa eficiencia. Pero lo único que consigue es agravar el problema.

Por eso, si tienes como empleado a un trabajador de estas características, te interesa que deje de serlo. Al principio quizá pienses que es un empleado modelo por su dedicación, pero con el tiempo te darás cuenta de que sólo crea conflictos y que su eficiencia resulta más que dudosa.

 

Como en tantas otras enfermedades, el ergoadicto no es consciente de su problema y se niega a reconocerlo. Sólo se da cuenta de su adicción cuando ya ha sobrevivido a un ataque al corazón o su matrimonio se ha roto.

Una vez que admite su enfermedad, hay que prepararle una agenda de actividades no relacionadas con el trabajo: dedicación a la familia, práctica de deportes o pasatiempos, etc., en un minucioso horario. Poco a poco, la capacidad de disfrutar de la vida volverá a crear el equilibrio necesario para conseguir una eficiencia real.

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