El coste del despido: Bueno o Malo

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El alto coste que supone el despido es otra de las razones más importantes que incumbe a la retención.  El despido de un empleado supone tres tipos de coste, cada uno con un balance final negativo:

Gastos directos: Se incluyen las perdidas irrecuperables que suponen la contratación, la entrevista y la formación.

Costes indirectos: Pueden ser la sobrecarga de trabajo, moral y satisfacción de los clientes.

Costes de oportunidad: Se incluyen la perdida de conocimiento y de trabajo que no se realiza mientras los directivos se centran en cubrir ese espacio y poner al día a la persona que lo sustituya.

Si se trata de directivos y profesionales, el coste aumenta de forma exponencial. En general, las estimaciones suponen el mismo o incluso el doble del salario anual del empleado. Sin embargo, estas cifras ocultan mucha variabilidad, gran parte relacionada con la eficacia del departamento donde trabajaba el empleado.

El despido no es tan malo

El despido de un empleado incompetente puede que no provoque ningún coste, ya que la marcha de dicho empleado puede eliminar ciertos costes ocultos. El despido periódico crea también vacantes que usted puede utilizar para promocionar a aquellos empleados que lo merezcan.

Esas vacantes representan una oportunidad para atraer un nuevo personal que disponga de destrezas inéditas y diferentes experiencias para la organización. Por eso, las empresas no deben cometer el error de pensar que se debe reducir el despido a toda costa. En algunos casos, el despido causa un impacto positivo en la empresa.

 

 

 

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